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El Telégrafo
Pablo Salgado Jácome

Todos somos familia

13 de octubre de 2017 - 00:00

De pronto, ciertos sacerdotes empezaron a utilizar sus espacios para defender a la familia. La familia tradicional, claro. Los  grupos provida se activaron para  organizar reuniones en iglesias y barrios e incluso marchas y movilizaciones. Las convocatorias aparecieron en iglesias y en redes sociales, y llaman a manifestarse contra una supuesta ‘ideología de género’ que se estaría introduciendo en el proyecto de Ley de violencia contra las mujeres, que está en discusión en la Comisión ocasional de la Asamblea Nacional.

Los asambleístas de la Comisión han rechazado estas ‘denuncias’ y han manifestado que es falso. Pero eso poco importa para los grupos religiosos y conservadores. Ecuador es el país más retrasado de la región en la expedición de leyes que luchen contra la violencia de género, el aborto y el matrimonio igualitario, pues en el resto de países -incluso en Chile- ya están vigentes.

El espíritu profundamente conservador del expresidente Correa impidió que se dieran avances en estos temas. Cuando las asambleístas querían asumir su discusión, todos recordamos la forma en que el expresidente las mandó a callar. Y callaron. En Ecuador las cifras de violencia contra las mujeres son alarmantes: 6 de cada 10 mujeres sufren algún tipo de violencia; 1 de cada 4 sufren violencia sexual; y 9 de cada 10 mujeres divorciadas han sufrido violencia de género. Las cifras son igual de altas en relación a la violencia contra los niños, niñas y adolescentes.

De ahí la necesidad de contar con una ley que permita disminuir esas altas cifras, aunque sabemos que la violencia contra la mujer proviene de una sociedad machista, patriarcal y sexista. Una sociedad patriarcal alentada precisamente por la propia Iglesia y los grupos religiosos más conservadores. Uno de los grupos más activos es el denominado Con mis hijos no te metas, que es una organización que ya funciona en otros países latinoamericanos, y que repite el mismo discurso: “que no se adoctrine a los niños a través de la introducción en las aulas de postulados de la ideología de género”. Pero, ¿qué es la tan mentada ideología de género? ¿Acaso no es solo un invento para oponerse a todo avance en la reivindicación de los derechos de las mujeres y otros grupos de minorías sexuales?

El grupo Todos somos familia responde categóricamente: “No, la preferencia sexual no implica perversión. No, nadie puede ser clasificado o discriminado por su elección de género. La familia no es la base de la sociedad, es el individuo. No, el matrimonio no es la única forma legítima de unión entre dos personas que se aman. No, nadie ha hablado de impedir que los padres eduquen a sus hijos como ellos quieran. No, nadie ha hecho ninguna propuesta que vaya hacia la imposición de una ideología de género. No, no se puede vulnerar la estabilidad familiar. No, el matrimonio no tiene que estar integrado necesariamente por un hombre y una mujer. No, las escuelas no manipularán la identidad sexual de nuestros hijos e hijas. No se trata de tener derechos a ser iguales, sino de tener igual derecho a ser diferentes.

Sí, la familia es importante y todos la integramos; papás, mamás, abuelos, hermanas, tíos, e incluso nuestras mascotas. Sí, la familia puede estar integrada, por un derecho esencial, por personas del mismo sexo, si así lo deciden. Sí, un hombre y otro, una mujer y otra mujer pueden perfectamente educar a un hijo y hacer de él una persona de bien, pues ello depende de su calidad humana y no de su preferencia sexual. Que no nos engañen y entendamos que, cuando se hable de amor y familia, no puede discriminarse, y mucho menos prohibirse; todos somos familia. (O)

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