Los que quieran pensar o creer que un tratado de libre comercio es un asunto meramente económico, están muy lejos de los hechos y evidencias de que los mismos más que generar crecimiento, desarrollo y bienestar, generan grandes calamidades sociales. Basta analizar lo que ha significado para México el famoso TLCAN con Estados Unidos y Canadá. Basta recordar aquellos días de Navidad de 1994 -año en arrancó el TLC- para comprender cómo ese acuerdo significó para México el inicio de la primera crisis financiera internacional del siglo XXI.
En pocas horas se fugaron-robaron miles de millones de dólares de la economía mexicana, la cual sometida a la llamada “liberalización y profundización financiera”, no supo identificar lo que sucedía, ni cómo sucedía. Lo que sí comprendieron meses después que su economía estaba más que nunca pegada, sometida al vaivén de las tasas de interés de la FED estadounidense y, por lo tanto, de los intereses de la banca y corporaciones transnacionales.
Aunque creció el PIB, el comercio, las importaciones, las exportaciones, ¿dónde quedó la equidad y la justicia social? ¿Acaso mejoró la repartición de la riqueza entre los mexicanos? Bueno, miremos otro caso: Chile. Famoso por considerarse el país que más TLC ha firmado: ¿Acaso ha logrado diversificar su economía? ¿Ha superado la dependencia estructural respecto al cobre que exporta? Entonces, la firma y conveniencia de un TLC no es un asunto exclusivamente económico, por el contrario, es un asunto principalmente social y político. No es capricho de un grupo de empresarios o de sectores que sueñan hacer acá el sueño americano que ni allá funciona. La disputa sobre la conveniencia o no, no será con cifras ni a favor ni en contra. Deberá ser con juicios de valor y argumentos.
Pero sobre todo comprendiendo lo que dice nuestra Constitución. Simplemente no se puede, porque el modelo económico que promulga busca la equidad y justicia social, lo opuesto es lo que ya vivió el país y muchos otros, de fracasado neoliberalismo. ¿Cuándo se cobrarán los impuestos a las empresas evasoras que sueñan con cero impuestos, que sueñan con nuevas modalidades de tercerización laboral? Son un obstáculo para el desarrollo del país, para generar más y mejor empleo y, claro, combatir la corrupción que han provocado. (O)
