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El Telégrafo

Solo la unidad salvará a la región

26 de agosto de 2011 - 00:00

“Un fantasma recorre Europa. El fantasma del comunismo. Todas las potencias de la vieja Europa se han aliado en una sacrosanta cacería de este fantasma…”. Así comienza el Manifiesto del Partido Comunista, escrito por Carlos Marx y Federico Engels, publicado en Inglaterra, en 1848.
A ciento sesenta y tres años de aquel suceso, leemos en la prensa de hoy: “El fantasma de la recesión ronda los mercados de los países desarrollados…”.
Diversos en el tiempo, ambos acontecimientos históricos representan lo nuevo en sus respectivas épocas. Porque el proceso histórico es la sucesión de los acontecimientos sociales sujetos a leyes. Por eso son necesarios e irreversibles. Así, el mundo de comienzos de nuestro siglo no es el del siglo pasado y mucho menos el del siglo XIX.
La humanidad de hoy vive la Globalización Neoliberal. Nueva fase de dominación mundial capitalista que, a pretexto de reordenar la economía, impuso a los países una serie de directrices destinadas a acrecentar su subordinación a los intereses del capital financiero y sus compañías transnacionales. Su objetivo fundamental fue ponerle fin a la intervención estatal de la economía e institucionalizar el intervencionismo a escala mundial, a través del control político, económico y militar, ejercido por los países industrializados en los organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo).
Sus efectos en nuestra  América han sido fatales. El hecho de su cercanía a los EE.UU.
fue un elemento determinante para que este país la considere su espacio natural, conformando un bloque económico bajo su hegemonía.
Con excepción de Cuba, el neoliberalismo ha logrado en nuestra región un cambio profundo de orientación en las políticas estructurales: la deuda externa se incrementó. Así como el saqueo de nuestros recursos naturales, agudizando los problemas sociales.
Ante aquella realidad, algunos gobiernos latinoamericanos crearon las condiciones propicias para su integración. Así, por iniciativa de los presidentes Hugo Chávez y Fidel Castro, el 14 de diciembre de 2004 nace en La Habana la ALBA, opuesta al ALCA, organización influenciada por los EE.UU. Y el 17 de abril de 2007, los presidentes de los doce países suramericanos conformaron Unasur, quienes, al margen de sus diferencias políticas y sociales, tienden a mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
En un reciente encuentro en la Argentina,
sus ministros de Economía resolvieron fortalecer el comercio, las monedas nacionales. Y, actualmente, el Gobierno de Venezuela propone la repatriación de las reservas de oro de todos sus miembros para depositarlas en el Banco del Sur, como medida preventiva ante el riesgo de una recesión mundial.
Indudablemente, solo unidos iremos ganando la batalla al régimen imperial.

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