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El Telégrafo
Leonardo Vicuña Izquierdo

Solidaridad con la Revolución Bolivariana

02 de noviembre de 2016 - 00:00

Son mayores las evidencias del golpismo, con apoyo mediático internacional, de sus ‘analistas’ y caricaturistas de todo pelaje, al servicio del poder oligárquico.
Cada día estaba más clara la agresión de la derecha, de EE.UU. y la CIA a la Revolución Bolivariana, que desde hace 16 años iniciara Hugo Chávez y lo mantiene el PSUV con la presidencia de Nicolás Maduro, tras derrotar -como antes lo hizo Chávez- a Henrique Capriles, instrumento imperial y doble perdedor.

El tema central utilizado como pretexto en Venezuela, como en todos nuestros países, es la supuesta falta de ‘libertades’, el ‘autoritarismo’, la ‘crisis’ económica. Lo real es el petróleo y el gas, ya que es el país con mayores reservas petroleras del planeta y las transnacionales quieren retomarlo con la ayuda de la oligarquía; a ello se suma el inmenso respaldo popular al proceso, junto a las FF.AA. bolivarianas y organizaciones sociales dispuestas a luchar hasta el final, para que la partidocracia venezolana no pretenda volver a festinarlo, manejar la economía sobre la base de la especulación y el despilfarro, descuidar la producción, importando todo, convirtiendo nuevamente a Venezuela en el país de los enlatados y ensambladoras, masificando la miseria de las masas.

Recordemos que el último presidente, Andrés Pérez, muerto y sepultado en Miami, precipitó el ‘Caracazo’ tras las protestas de la población por las medidas hambreadoras neoliberales que impuso, lo que provocó una carnicería con miles de víctimas, tras ello se dio la rebelión liderada por Hugo Chávez.

EE.UU. y sus secuaces de los grandes medios, así como los poderosos empresarios venezolanos y sus organizaciones políticas, han desatado una campaña para desprestigiarlo. Cualquier pretexto es utilizado para ello; lo importante es crear condiciones para el golpe de Estado y frenar la Revolución Bolivariana.

Los grupos oligárquicos ejecutan su plan siniestro utilizando todos los medios: mienten, garrotean, incendian y matan. Utilizan ‘estudiantes’ -y muchos lo serán-, bombas y armas de fuego para su protesta ‘democrática’; hay mercenarios infiltrados para crear el caos. Las bases bolivarianas y socialistas se han mantenido en pie de lucha, junto a los militares, en su defensa. Allí se triunfa o se muere. Se sabe con claridad que el enemigo va hasta el final; las experiencias históricas así lo enseñan.

El nuevo Plan Cóndor ya se evidenció en Brasil, con el derrocamiento ‘constitucional’ de Dilma; y lo pretenden ahora en Venezuela. Antes eran las dictaduras sangrientas, que asesinaron y torturaron a decenas de miles de patriotas, como las de Pinochet, Videla y otros gorilas.

Mientras Unasur y el Papa contribuyen, coadyuvando al diálogo -que los fascistas rechazaron en primer momento, prevalidos por la mayoría que lograron en la Asamblea Nacional-, EE.UU. y Almagro, secretario general de la OEA, atrevidamente advertían y amenazaban con ‘sanciones’ y, eso sí, demandaban respeto para los ‘pacíficos’ opositores golpistas.

La fuerza bruta imperial puede cambiar el rumbo del proceso; por ello, hay que defenderla, rechazando la agresión. Es una postura firme, histórica, latinoamericana y bolivariana.

Por fin, la derecha, excepto el sector ultrafascistoide, ha sido obligada a sentarse en la mesa del diálogo. Esperamos resultados positivos para bien de la patria de Simón Bolívar. (O)

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