A finales de 2019, Trump se preparaba para un juicio político por abuso de poder y obstrucción en el Congreso. En aquella ocasión la balanza se inclinaba a su favor. Todo indicaba que Trump había buscado apoyo de Ucrania para incrementar sus opciones de ser reelegido presidente en los comicios de 2020. Finalmente, el primer mandatario salió victorioso de este juicio gracias a la mayoría de los republicanos en el Senado.
Es importante mencionar que la Carta Magna estadounidense contempla que un presidente puede ser destituido si es acusado en juicio político y condenado por traición, soborno u otros delitos considerados graves. Al cumplirse un año del primer juicio político, Trump enfrenta un nuevo juicio, esta vez por incitar a un grupo de personas violentas a que asalten el Capitolio. En este sentido, se convierte en el primer mandatario en la historia estadounidense en afrontar dos juicios políticos en su mandato.
A pocos días de que Biden se posesione en su cargo, el impeachment parece ser un acto simbólico para restablecer la lacerada democracia estadounidense. Considerando que las violentas acciones en el Capitolio amenazaron la integridad del sistema democrático, poniendo en grave peligro la seguridad de los Estados Unidos y sus instituciones; este juicio político sacaría a Trump por la puerta trasera de la Casa Blanca, sentando así un precedente que impediría que regrese a la presidencia.
No bastó alegar un presunto fraude sin pruebas o presionar al secretario de Estado de Georgia; la obsesión por quedarse en el poder a cualquier costo fue la gota que derramó el vaso al atentar contra la seguridad e institucionalidad de Estados Unidos y su democracia.
Por su parte, el gran reto que tiene ahora Biden es poner la casa en orden, unir a un país polarizado y comenzar la implementación de su plan de gobierno.
