No pueden -a estas alturas- soslayarse las severas críticas que cosecha la actual administración del Distrito Metropolitano de Quito. El alcalde Mauricio Rodas, de SUMA, acumula pasivos políticos considerables, incluidos los de graves presunciones de corrupción generalizada en el ente edilicio.
Lo normal es que la ciudadanía pueda expresarse en las elecciones seccionales venideras, y en estos comicios, hacer valer su opinión respecto al conjunto de la gestión del burgomaestre actual. Lo importante es que cualquiera sea el pronunciamiento de las urnas, este deberá versar sobre todos los aspectos pertinentes de la gestión evaluada.
A pesar de ello, un grupo de activistas antitaurinos se empecinan en impulsar una revocatoria de mandato contra el alcalde Rodas. Basan su pretensión en el presunto incumplimiento de este, de normativas destinadas a regular la fiesta brava en el Distrito Metropolitano, de acuerdo a los mandatos de la consulta popular de 2011 y a la legislación ambiental ulterior.
Aparte de lo ineficiente que sería montar dos actos electorales en tan cercana proximidad, el empecinamiento de los activistas huele a oportunismo político.
En efecto, a sabiendas de la impopularidad presente del alcalde Rodas, parecería ser que los auspiciantes de la revocatoria estarían esperando capitalizar esta circunstancia para conseguir que el generalizado desdén por la gestión actual se manifieste en un abrumador triunfo en las urnas, resultado que luego podría ser presentado como una demostración irrefutable de la popularidad de la causa antitaurina en la población quiteña.
Se trataría de convertir el rechazo al Alcalde, por las múltiples y variadas razones que le dan origen, en un presunto apoyo a la causa favorita de los activistas. Tal pretensión sería fraudulenta y oportunista.
Las elecciones venideras son la única y verdadera instancia que deberá permitir una justa y auténtica valoración del apoyo ciudadano a la actual administración municipal. (O)
