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El Telégrafo
César Montaño

Ser resiliente y reinventarse

22 de mayo de 2022 - 00:00

Mucho se ha afirmado que luego de la pandemia el mundo iba a experimentar una especie de reacción colectiva positiva, con mejores personas dispuestas a enfrentar los retos actuales, pequeños y grandes, cercanos y lejanos. Que la crisis nos iba a moldear como seres menos egoístas dispuestos a abrazar causas altruístas y de beneficio colectivo por mejores días para la humanidad. Viene al caso referir que los humanos tenemos una capacidad llamada “resiliencia”, la que permite recuperarnos de épocas y situaciones muy complejas, para luego seguir avanzando hacia el futuro. En otras palabras, estaríamos fortalecidos para lo que venga, además, nos habríamos reinventado con destrezas y conocimientos nuevos.

Podría decirse que, en general, los ecuatorianos vivimos una permanente situación de resiliencia, puesto que afrontamos crisis tras crisis, casi se ha convertido en nuestra manera de ser. Valientes venimos soportamos de todo, el abuso y la desidia de no pocos y pésimos políticos en el poder, el maremoto de la corrupción, la incapacidad patente de una legión de servidores públicos, el caos en instituciones fundamentales, la violencia e inseguridad que paralizan, lo que nos convierte en copropietarios de una sociedad en decadencia y de un Estado débil o frágil, donde el propio Estado y la democracia han perdido eficacia.

Por fortuna, no todo está mal; la última época ha servido para que mucha gente -y también instituciones- gracias a su resiliencia se reinventen, es decir, para que dotados de nuevas experiencias y herramientas hagan mejor lo que antes hacían de otra forma, hagan nuevas cosas o hagan más cosas. Ahora mismo sucede esto especialmente en numerosos ámbitos de la vida social, por ejemplo, muchos decidieron capacitarse incrementando sus conocimientos, otros fortalecerse profesionalmente haciendo un posgrado, buscando un título valioso que respalde su preparación. En suma, la gente buscó la manera de seguir a pesar de las adversidades, para enfocarse en un futuro prometedor. Algunos generan orgullo nacional, como otra vez lo acaba de hacer nuestro crédito del ciclismo Richard Carapaz, al convertirse en nuevo líder del Giro de Italia.

Lo cierto es que la pandemia no fue barrera infranqueable, sino más bien fue combustible potenciador para seguir avanzando. También es verdad que el ciudadano de a pie es resiliente, se reinventa sin detenerse, el migrante y el desempleado también, así mismo el educador y los estudiantes, el empresario y el trabajador. Todos ellos buscan hacer de otra manera las cosas, en mayor medida y con mejores resultados.

Entonces vale preguntarse si la clase política en general, siendo también resiliente -porque está vivita y coleando-, se reinventó para cumplir mejor sus responsabilidades enfocándose en lo constructivo, en lo que el país tanto espera o, si por el contrario, las prácticas sucias y egoístas de ese mundo siguen siendo su agenda diaria. La respuesta puede ser la siguiente: parecería que cuando más se necesita de acuerdos y de trabajo por el bien común, es precisamente cuando los desencuentros, la división y el odio dominan la escena cotidiana desplazando los intereses nacionales, y quedando demostrado que la pandemia junto con las otras crisis pasan sin moverles un pelo, menos aún la conciencia.

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