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El Telégrafo
Juan Montaño Escobar

'Reparación' o esa odiosa palabra

30 de diciembre de 2015 - 00:00

Los primeros africanos, mujeres y hombres, desembarcados en estas costas que después serían las Américas no fueron considerados vecinos ni siervos, ni nada que los relacionara con la organización social y política de la humanidad europea del siglo XVI; eran seres esclavizados no-humanos (o sea ‘gente sin alma’), poderosas razones para que trabajaran hasta consumir su existencia. Esa distinción antropológica apoyada en el cristianismo y en falsas teorías científicas propició el más grande genocidio.

Se destruyeron vidas, saberes y conocimientos procesados desde siempre por esas comunidades en sus entendimientos de vivir bien; el fin histórico fue la apropiación de toda riqueza natural o producida, pero devolviendo a la nada inmaterial a las naciones esclavizadas. Borrarlas de toda memoria, en algunos aspectos sí se alcanzó ese deseo.

La palabra ‘reparación’ fue desterrada del texto de la Resolución 68/237, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 23 de diciembre de 2013, por el inmenso peso de responsabilidad no solo moral de los Estados europeos organizadores del comercio de personas africanas esclavizadas, también por la dejadez política y hasta culposa de quienes han administrado los Estados americanos en no continuar los procesos liberacionistas y descolonizadores. La reparación por la infinidad de pérdidas y retrasos se descolocaron en tres palabras: reconocimiento, justicia y desarrollo. Aun así los gobernantes americanos, salvo algunos del Caribe oriental, las barajan con morosidad e indecisión.

Las comunidades afrodescendientes de la costa pacífica colombo-ecuatoriana consideran que la declaratoria de la marimba como patrimonio material e inmaterial de la humanidad por parte de la UNESCO es el reconocimiento a ese retorno sobre los pasos perdidos para encontrar ciencia y sabiduría y así impedir la desconexión civilizatoria y a ese hallazgo de tiempo más allá de todo tiempo de opresión laboral para la paulatina reinvención; también al perpetuar memorias e inventivas para reconstruir el instrumento de sus ancestros. Todo aquello en resistencia frente a una organización social y estatal en agresivo plan de continuar la extinción epistemológica. La UNESCO sin decirlo (o lo pregona en el hacer) cumplió con un acto de reparación cultural.

Boaventura de Souza Santos, Ramón Grosfoguel y otros pensadores escriben sobre el ‘epistemicidio’ al mismo momento que el genocidio durante los más de trescientos años del comercio de personas africanas esclavizadas; ese aniquilamiento fue la supresión de conocimiento y la continuidad de los procesos civilizatorios. El Estado ecuatoriano (¿será posible tal cosa?) debe “cumplir a cabalidad el proyecto inconcluso de la descolonización”; eso que Enrique Dussel denomina ‘transmodernidad’, ir más allá de la modernidad eurocentrada. Este jazzman toma la idea de Ramón Grosfoguel, publicada en Tabula Rasa-Colombia, Nº 19, julio-diciembre 2013, pp. 53.      

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