En el marco del debate para definir ajustes a las propuestas programáticas de AP, participé en un evento organizado por la Comisión de Capacitación Política del Guayas, con Gabriela Rivadeneira, Paola Pabón y Orlando Pérez, y expuse sobre los innumerables aspectos positivos en beneficio del pueblo y de la patria, a lo largo de la década 2007-2016, en oposición a las décadas anteriores, todas ‘perdidas’, con resultados de atraso, miseria, entrega del petróleo, vasallaje, latrocinios bancarios, depredación de la naturaleza, expulsión masiva de millones de ecuatorianos, irresponsable endeudamiento externo, cuasiliquidación de la nación.
La patria recuperó su dignidad y soberanía; y la política económica se enmarcó en consecuencia con ellas, teniendo en cuenta la economía mundial que, como la definió Eduardo Galeano, “es la más eficiente expresión del crimen organizado” y que los organismos internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito, practican el terrorismo contra los países pobres, y contra los pobres de todos los países”. Por ello se guardó distancias con el FMI y no se han producido los ‘paquetazos’ contra el pueblo; se controló la banca, el endeudamiento contó con fuentes alternativas de financiamiento y fue productivo, y en ningún caso indiscriminado, ni menos condicionó el contenido de leyes, organización y presupuesto del Estado, ni el manejo del país en función de los intereses de los chulqueros del exterior y la banca atracadora local, como en tiempos de la partidocracia. Tampoco se condujo el Estado y la política con la óptica y perversos fines de las trincas, sus partidos y poder mediático; y desde la política internacional se impulsó la integración solidaria, defendiendo los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos. Por todo esto, fue posible recuperar el petróleo; lograr crecimiento económico, aumentar el gasto social y las recaudaciones tributarias, ampliar como nunca antes la infraestructura y multiplicar los programas sociales redistributivos, que permitieron reducir la pobreza, el desempleo, la marginalidad, productos inherentes e inevitables del capitalismo y sus políticas neoliberales. Se avanzó en la construcción de la democracia participativa, en el marco de la constitución aprobada por el pueblo y las leyes democráticas, a tono con los principios de la RC.
El pueblo, en 10 elecciones consecutivas, entregó su confianza a AP y a la RC, a pesar de errores organizativos y tácticos y de haber permitido que a sus filas ingresen o se hagan alianzas con arribistas, oportunistas, agentes contrarrevolucionarios e insaciables, pícaros, ávidos de poder económico, que lucraron del proceso; burócratas insensibles. Desde 2015 se imponen circunstancias adversas que inducen a la baja sustancial del precio del petróleo, lo que afecta a la economía y sus tendencias, a lo que se agregan los costos enormes por el terremoto, por lo que toma un giro la política comercial y fiscal, y se imponen restricciones. La derecha se aprovecha y alienta sus planes obstruccionistas y confusionistas, aunque se complica con sus enredados procesos de ‘unidad’, de ‘concertación’, y queda al descubierto en su objetivo de volver al pasado, a sus andanzas, con los mismos personajes derrotados; y hay desazón en los oportunistas de ‘izquierda’, sus aliados, casi todos con una impresionante cantidad de precandidatos. Para AP es, por cierto, una ventaja adicional, ya que su principal fuerza está en las realizaciones de su gestión.
Sus reales aliados progresistas y revolucionarios, socialistas y comunistas, entre otros, deben apoyar un binomio y candidatos a asambleístas, para asegurar la superación democrática de la coyuntura, continuación del proceso de RC y desarrollo de una agenda que priorice la revolución agraria y laboral, en el marco de construcción del Estado democrático, fortaleciendo la organización del poder popular con el objetivo superior de socialismo y patria para siempre. Hubo acuerdo pleno y un elevado espíritu de unidad y firmeza. (O)
