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El Telégrafo

¿Qué hacer? (II)

27 de mayo de 2011 - 00:00

Después  del éxito en los comicios  de referéndum  y consulta  popular, alcanzado por la patria ecuatoriana  el 7 de mayo pasado, nosotros, los ciudadanos,  debemos sostener con nuestra actitud vigilante  y acción  cotidiana  la  exigencia para que se cumpla el mandato popular  en las diez preguntas planteadas, cuyas respuestas afirmativas  por parte del conglomerado social son de cumplimiento obligatorio para todos.

Aunque evidentemente es arduo sostener la coherencia entre el legítimo entusiasmo  y felicidad  por el triunfo obtenido  y soportar la prepotencia  y el desprecio  de unos cuantos fracasados y derrotistas que quieren esconder la luz del Sol bajo el dedo pulgar,  se estableció  la voluntad  victoriosa del electorado ecuatoriano por la opción  “Sí” que aplastó la quimera ambulatoria del empate técnico esgrimido inmoralmente por la mediocracia y  nihilista e ilusos  que aún  flotan en  cafés de Quito y de otras ciudades.

Empero  aquellos compatriotas, la gran  mayoría respetables, que no votaron por la opción triunfadora, e inclusive  algunos grupos sociales y gremiales  que sustentaron  posiciones  contrarias al  proceso constitucional en mención, en su legítimo derecho de disentir, en un marco de un debate civilizado y de buena fe, merecen la atención y reconocimiento de los  connacionales.

La edificación de un pensamiento crítico justo, de una cultura auto y heterocuestionadora, dentro de un mundo más y más cercano a lo humano y cada día más ajeno a la injusticia social, es un objetivo de la revolución.

Las experiencias políticas previas, en nuestro país, siempre sustentaron las necesidades de pláticas de la oposición y el gobierno de turno, cuando este  había perdido una elección importante o como fruto del crecimiento oposicionista  por crisis coyunturales  por medidas antipopulares, devaluaciones o escándalos financieros, conflictos territoriales  o frente  a los empujones nada éticos, en  las puertas de la sedición.

Y aunque no hay  realmente  un  desafío antagonista -son tan deleznables  sus argumentos y tan desprestigiados sus actores- sin embargo  la decadente letanía de las prédicas  de algún iluminado  genera el rebote en la caja de resonancia que son algunos de los medios de difusión colectiva, que es el verdadero armado opositor, dentro de la lógica del poder,  a los cambios  relevantes y necesarios  para la nación  ecuatoriana.

Pero, y a pesar de ello, debe hacerse un esfuerzo serio desde la sociedad toda  para intercambiar opiniones  con  sujetos y  grupos  que solventaron  posiciones adversarias   a la consulta, pero inmersas  en  un discurso  racional  constructivo  y decente.

La tesis leninista  de la grandeza frente al opositor derrotado tiene plena vigencia hoy.

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