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El Telégrafo
Mariana Carbajal

¿Pueden pensar en ellas?

12 de junio de 2018 - 00:00

Casi 7 de cada 10 embarazos en menores de 20 años no son intencionales. Es decir, no fueron buscados. Lo dicen ellas. Cuando acaban de parir y todavía están internadas, se les formula la pregunta en los hospitales públicos, y luego el dato queda registrado en el Sistema Informático Perinatal. Son estadísticas oficiales.

El embarazo, cuenta la mayoría, se les impuso, porque la relación fue forzada o simplemente porque la tuvieron sin protección o un método anticonceptivo falló. Eso les pasa a las adolescentes, con más frecuencia de lo que a veces tenemos noción. En algunas provincias, como en La Rioja, la que encabeza el ranking, son casi 8 de cada 10 los embarazos no planificados entre las pibas. Le siguen, Santiago del Estero, Salta, Jujuy, con apenas un poquito menos. Y después, Formosa, Tierra del Fuego, Catamarca.

¿Cómo van a votar las diputadas y los diputados de esas provincias en la histórica sesión del 13J donde se debatirá el derecho a decidir de las pibas sobre su futuro?

En la lista de los que ya se pronunciaron en contra, hay al menos 3 de La Rioja, 5 de Santiago del Estero, 4 de Salta, 3 de Jujuy, 2 de Formosa, 4 de Catamarca, 1 de Tierra del Fuego. Pertenecen a distintos bloques. La falta de sensatez frente a este debate es transversal.

Con el acceso a un aborto seguro, las adolescentes además accederán a métodos anticonceptivos para evitar un nuevo embarazo no intencional. En la escuela, deberían recibir educación sexual integral. Como vimos que sucedió en otros países que ya tienen leyes que legalizan el aborto, y políticas integrales para prevenirlos, así también bajarán las tasas de interrupciones voluntarias de embarazo.

Parece que no lo entienden. Que porque un sacerdote, que nunca va a embarazarse –con o sin intención–, que nunca va tener que recurrir a un aborto, los nombra en misa, diputadas y diputados, cobardes, seguirán empujando a estas pibas a maternidades que no eligen.

Las jóvenes que llenan las marchas, con pañuelos verdes atados a sus mochilas, se lo van a terminar cobrando. Y ahí no habrá cura que les ponga el hombro para llorar cuando el costo político por votar contra los derechos de las adolescentes los deje fuera de juego. (O)

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