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El Telégrafo

Propósitos de Año Nuevo 2013

03 de enero de 2013 - 00:00

Estuve revisando los mensajes de fin de año de los diferentes presidentes latinoamericanos y me encontré con el del presidente  de México, Enrique Peña Nieto, que a los cien días de su gobierno destaca: “Lo que hacemos o dejemos de hacer tiene un impacto en nuestra nación. Y es en esa actitud y disposición donde radica lo que realmente podemos proponernos para tener un mejor país”, y añade: “Porque nadie va a hacer por nosotros lo que no seamos capaces de comprometer. México es hoy lo que cada generación que nos antecedió, asumió en su responsabilidad y logró impulsar”. Tal vez a manera de propósito para el nuevo año afirma que: “Aquí está la verdadera ventana de oportunidad. Hoy nos corresponde a nosotros ser actores protagónicos de la transformación, profunda y acelerada, que México espera y que México necesita. Sí es posible y nada debe detenernos”.

Este no es un mensaje, es un horóscopo; le cae igual no solo a los mexicanos, sino a cualquier latinoamericano que lo lea. Y por supuesto Peña Nieto concluye con las consabidas frases de rigor sobre: la utilización del invalorable talento nacional; de que ahora es el momento de vivir una nueva era; de la necesidad de que todos participen y que pongan su parte y así conseguir la era de prosperidad, armonía, esperanza, crecimiento, etc.

No está mal para un mensaje. Sin embargo es tan superfluo que no podrá ser cumplido. ¿Qué hace falta para que esos buenos propósitos de Peña Nieto no sean simplemente declaraciones de buenos deseos y realmente se transformen en objetivos? Muy simple, las metas y objetivos tienen cinco requisitos imprescindibles para su cumplimiento. Vamos a usar la técnica SMART, que es un acrónimo inglés y sirve para marcar principios que nos ayudan a clarificar y estipular adecuadamente nuestros objetivos. Una meta debe ser: eSpecífica, que pueda ser descrita en una simple frase que contenga una acción determinada; Medible, que tenga un parámetro numérico de medida que pueda ser seguido y monitoreado; Alcanzable, que no sea utópico, sino realista; Responsable, que se pueda designar a una persona o a un grupo para que lo realicen; y finalmente un Tiempo de inicio y de terminación.

Y esta técnica es buena para la descripción de un objetivo de cualquier tipo. Desde los más importantes, como es el caso de las metas gubernamentales, hasta los más simples propósitos personales de fin de año. Por ejemplo, nuevamente mi propósito personal es bajar de peso, pero esta vez lo hago usando SMART: Voy a bajar de peso con asesoría de mi nutricionista, a un ritmo de 2 libras por semana, hasta alcanzar  200 libras, iniciando la primera cita el miércoles 2 de enero hasta el domingo 30 de junio. De esta manera, un buen deseo de bajar de peso por razones estéticas y médicas, se transforma en un objetivo.

Esto es lo que tenemos que exigir a los políticos candidatos: que no nos den ofertas que son solamente buenos deseos, sino que nos muestren metas que podamos cumplir. Recordemos el proverbio español: “El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones”.

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