Sucedió en 1945. El 10 de agosto se firmó un acuerdo entre Brasil y Portugal para regular la ortografía y la puntuación de la lengua portuguesa. No se rendía Brasil ante Portugal, por eso se alcanzó un acuerdo. Entre los varios puntos acordados se suprimieron los signos previos de interrogación y admiración (¿-¡) y así quedó el español como el único idioma en conservar tal aberración.
Dicen los entendidos que eso permite dar la entonación correcta a las preguntas o exclamaciones desde un inicio. Permite a los actores, será. Porque la gente normal habla sin seguir un libreto. Cuando voy a preguntar algo no digo: “Abro signo de interrogación. Cómo (acentuado) estás. Cierro interrogación”. Y cuando lees, ves anticipadamente el signo de cierre (?-!) a menos que estés recién aprendiendo a leer. La lengua escrita debe facilitar la vida a los hablantes nativos, no a los filólogos ni a los estudiantes extranjeros. El árabe y el hebreo se escriben sin vocales, pero se entienden.
Una de las características ortográficas más raras, para mí, es la del alemán que usa mayúsculas para todos los sustantivos. En serio, parece como las indicaciones para comer un plátano, superfluas. Lo mismo siento con estos signos previos para preguntar o para emocionarse. Y no me vengan a decir que la entonación española lo requiere.
El inglés tiene dos entonaciones distintas para preguntas: una para “Yes/no questions” en las que el tono permanece alto y otra para las “Wh- questions” en las que el tono es similar al de las afirmaciones o negaciones. Pero al inglés le basta un solo signo de interrogación. Igual deberíamos hacer con el español. Para eso hace falta un acuerdo entre los países hispanoamericanos, en vez de rogarles a los apolillados académicos “reales”.
Ni Cervantes ni los escritores del siglo de oro usaron esa anomalía. Fue un invento de la Academia en 1754. Ha llegado la hora de liberarnos del yugo monárquico. Al menos en redes sociales yo ya no uso esos signos y te escribiré así: Cómo estás? (O)
