En la página de Facebook del Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD), una foto muestra a cuatro hombres en medio de la llovizna con chalecos rojos brillantes. “No será un día lluvioso lo que nos detenga”, dice la leyenda debajo de la imagen. El NPD aspira a crear “zonas de protección” en la ciudadela bávara de Amberg, donde cuatro jóvenes solicitantes de asilo golpearon a varios transeúntes sin mediar palabra. De ahí que se hable de “milicias urbanas de derecha”.
Cuando observo las fotos de los cuatro ultraderechistas siento más lástima que preocupación por nuestro Estado de derecho: uno tiene más de setenta años y otro no consigue cerrar su chaleco por encima de su panza. Si su intención es hacer las veces de una “milicia urbana”, inspeccionando los documentos de terceros o de otra manera inaceptable, los habitantes de Amberg sabrán cómo contactar a la Policía.
Eso fue lo que hicieron a fines de 2018: la Policía recibió varias llamadas poco antes de las 19:00. Los gendarmes se dirigieron a la estación de trenes tras oír que cuatro jóvenes habían agredido a varios transeúntes. Los cuatro solicitantes de asilo, provenientes de Irán, Siria y Afganistán, salieron corriendo. En vano. Dos horas más tarde ya habían sido arrestados.
Ellos atacaron aleatoriamente y sin motivo alguno a doce personas. Eso es malo, feo y vil. Pero, lamentablemente, no es una novedad que hombres jóvenes beban más allá del umbral de la sed y se tornen violentos, independientemente de que provengan de Siria o de Schleswig-Holstein. Por fortuna vivimos en un país donde reina el Estado de derecho y ese tipo de sujetos son detenidos rápidamente, imputados y puestos frente a un juez.
En los próximos días es probable que “ciudadanos preocupados” de aquí y allá se acerquen a los cuatro hombres de chalecos rojos para apoyarlos. Seguramente querrán hacernos creer que Amberg es tan peligrosa como Acapulco o Tijuana, y que el Estado alemán ha fracasado. Mientras los “ciudadanos preocupados” permanezcan pacíficos, que se manifiesten todo lo que quieran, con o sin chalecos. Ese es su derecho. Y estamos en un Estado de derecho. (O)
* Tomado de DW
