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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Politiquería para el engaño

04 de noviembre de 2016 - 00:00

Hay que tomar precauciones, no queda otro remedio. Los engaños neoliberales que se iniciaron en los años 60 se basaron en el miedo al comunismo. El sistema capitalista manejó y maneja con mucha habilidad –hay que reconocerlo- aquello de democracia/dictadura, libertad/represión, consumo/escasez, y un largo etcétera. No es casual que desde las oficinas centrales del ‘establecimiento’ se diseñe y ejecute una política de desprestigio hacia los gobiernos progresistas, usando como herramientas el colonialismo, el eurocentrismo, la supuesta superioridad civilizatoria de Estados Unidos y Europa sobre los pueblos de América Latina. En consecuencia, los neoliberales quieren que la disputa política se establezca en el marco de la ‘eficacia’, dejando de lado la confrontación ideológica. Les interesa invisibilizar los éxitos que han tenido los gobiernos progresistas en áreas como salud, educación, vivienda, vialidad, disminución de la pobreza, disminución de la desigualdad, entre otros beneficios que se han logrado para las mayorías. A las élites les interesa omitir –en forma deliberada– que para mejorar las condiciones de vida de las mayorías se requiere, fundamentalmente, de voluntad política. En nuestro país tuvimos varias épocas de bonanza económica. Había dinero, sin embargo, a las élites gobernantes no les interesó (y no les interesa) una justa distribución de la riqueza.

Por eso es que aquí todavía queda ese tufillo de quienes se creen con el derecho de calificar a los que no son adinerados (y por lo tanto no son ‘exitosos’) como ‘muertos de hambre’. Todavía quedan Macarenas (os)  que piensan como en la etapa medieval. ¡Qué grosería! Sin embargo, da la casualidad de que forman parte del grupito que trabaja para que nuestra querida -y hoy soberana patria- retorne a ser colonia. Eso no lo vamos a permitir los ‘muertos de hambre’, que somos muchos más que pelucones y peluconas, y no estamos al servicio de intereses foráneos.

Hay dos situaciones que ameritan ser mencionadas: la primera en Argentina. El mensaje esperanzador con el que Macri llegó al poder quedó de lado, para imponer el recetario neoliberal basado en recortes a salud y educación; despidos de trabajadores públicos, incremento grosero de servicios básicos, privatizaciones por doquier, cierre de instituciones públicas de investigación, despidos de científicos, entre otras ‘maravillas’. Claro, la mentirosa excusa es que las medidas que se toman se debe a la desastrosa herencia recibida por el gobierno de Cristina. La realidad nos dice que tales decisiones benefician a los poderosos y perjudican a los más vulnerables. Una vez más, la política convertida en instrumento de engaño.

El segundo caso para la reflexión es Brasil. Golpe de Estado muy bien orquestado por la derecha, que se valió de unos cuantos congresistas convertidos en títeres asalariados y corruptos para desmontar –de un solo tajo– aquello que costó al Partido de los Trabajadores (PT) y al pueblo brasileño 12 años en construir.

Los 40 millones que dejaron de ser pobres en las administraciones del PT, han vuelto a su condición original, gracias a los ‘milagros’ del neoliberalismo.  

Por aquí hay que tener cuidado con la oposición que junto a Macarenas (os), banqueros, bailarines, saltimbanquis, disfrazados, camaleones y otros especímenes,  aparecen cada cuatro años con el exclusivo afán de convertir la ciencia política en instrumento de engaño. Corresponde al pueblo actuar con valentía y enviar un potente mensaje: “¡Esta ocasión, no nos engañarán!”. (O)  

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