Ecuador, 19 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Felipe Rodríguez

Dispararse en el pie

12 de agosto de 2019 - 00:00

Imagínense la siguiente escena: Fiscalía acusa a Rafael, un ciudadano cualquiera, por asesinato. Entre los elementos de convicción que presenta están los siguientes: peritaje de huellas dactilares; pericia de luminol y ADN (se encuentra ADN de quien fue en vida Fabricio en la camiseta de Rafael); perfil criminológico que determina que Rafael es sociópata; acta de autopsia; videos de cámaras de seguridad; copia de la partida de nacimiento de Rafael (para determinar su identidad) y varios testimonios que dan fe de que Rafael dijo a viva voz que un día mataría a Fabricio.

¿Listos? Ahora imagínense lo siguiente: Rafael y sus groupies deciden que la mejor forma de combatir la verdad procesal en redes sociales es, masivamente, utilizar el siguiente discurso: “La Fiscal presentó como única evidencia contra Rafael su partida de nacimiento, probando que Rafael nació, pretenden endilgarle el cadáver de Fabricio”; “¿No decían que había pruebas del asesinato? ¿Qué creen? La Fiscal presentó una sola prueba: mi partida de nacimiento. ¿No se cansa de ser tan ridícula?”; “¡Ecuador vive una dictadura judicial! Único país en el mundo que la prueba de un asesinato es una partida de nacimiento”.

Pues sí, resulta que una partida de nacimiento lo único que prueba es que alguien fue registrado en el Registro Civil. ¿Pero esa es la evidencia que podría demostrar un asesinato? Todos coincidirán conmigo: nunca. Y este, precisamente este, es el problema de mediatizar casos que no se deciden con lo que estratégicamente se viraliza en redes.

Estimado lector, la vida real del proceso penal está en la cancha. La cancha se llama sala de audiencias. Todo lo que usted vea y lea en redes sociales no es más que una caricatura de la realidad.

Las redes sociales únicamente sirven para ver cómo “grandes estadistas” se disparan en el pie. Ahora imagínese esta escena: Rafael es un ciudadano cualquiera que demanda a un banco en la provincia de “Pichincha” y obtiene la indemnización por $ 600.000. Luego, una fiscal encuentra un depósito mal habido de $ 6.000 en sus cuentas. Y Rafael, para justificarse, usa redes sociales y nos dice: “Es que estaba sobregirado, necesitaba que me presten $ 6.000”. Eso es dispararse en el pie, queridos amigos, pero también es un despertar explosivo, pues no me quisiera ni imaginar, si algún día gana Rafael la presidencia, cómo manejaría la economía de un país si con

$ 600.000 en nuestras cuentas, pocos años después, es incapaz de encontrar el 1% de ese valor para no sobregirarse. Esto se llama “déficit”, déficit mental. (O) 

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media