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El Telégrafo
*Fernando Falconí Calles

Petróleo y geopolítica

06 de noviembre de 2015 - 00:00

El petróleo se formó con restos de animales y plantas que quedaron atrapados bajo tierra y estuvieron sometidos a la acción del calor y la presión durante miles de años. El petróleo de esquistos es un producto que se extrae a partir de los denominados esquistos bituminosos, que son rocas sedimentarias arcillosas. Existe, sin embargo, una gran diferencia en cuanto a la afectación al medio ambiente. El método más común para extraer el petróleo de esquistos bituminosos es la fracturación hidráulica (fracking), que consiste en inyectar grandes cantidades de agua, químicos y arena a presiones muy altas, con el objetivo de romper las rocas en el sustrato que encierra el petróleo (o el gas). Este procedimiento debilita el terreno pudiendo causar graves hundimientos y movimientos sísmicos; además, los químicos utilizados son altamente contaminantes y pueden dañar seriamente los depósitos subterráneos de agua dulce. Tal es la afectación ambiental que países como Francia y Alemania tienen leyes que prohíben la explotación de petróleo de esquistos.

La Agencia de Información Energética (EIA, por sus siglas en inglés), que es una entidad que forma parte del Departamento de Energía de Estados Unidos, ha proyectado para 2016 que Estados Unidos producirá 9,6 millones de barriles de crudo diarios, de los cuales aproximadamente la mitad provendrá de petróleo de esquistos. Esta proyección ha dado lugar a un eufórico discurso sobre la independencia energética del país; sin embargo, la viabilidad de esa independencia no parece haber sido objeto de estudios rigurosos. Para muestra basta un botón: según la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en el campo Bakken, por ejemplo, se ha comprobado el rápido agotamiento de los pozos. En 2011 la producción media descendió en 20.000 barriles diarios. En 2013 esa cifra subió a 63.000 barriles diarios. Con pozos caros y con una baja tasa de recuperación de petróleo, ¿es posible producir en las cantidades proyectadas? La AIE prevé que los esquistos toquen techo en breve y caigan en picada. Según la misma fuente, la comparación de los datos de producción reales demuestra que los operadores han sobreestimado el volumen hasta en 500% en algunos yacimientos.

Según el portal francés dedefensa.org: “Las inversiones en fracking consumen efectivo en forma masiva. Y no basta el efectivo generado por la venta del petróleo para financiar el crecimiento que requiere la industria, ya que el efectivo generado no es suficiente para mantener un nivel de producción porque los pozos hechos con fracking se agotan rápidamente, requiriéndose -para una producción sostenida a un nivel determinado- la continua creación de pozos nuevos para cubrir el rápido agotamiento de la producción. Es una carrera continua de crear pozos solamente para mantener un nivel de producción”. Finalmente, hace un diagnóstico financiero: “El fracking no produce superávit de efectivo: devora el efectivo como Gargantúa. Se sostiene con préstamos adicionales; un día van a explotar esos pasivos por impagables”.

Según especialistas en el tema, el costo de producción de un barril de petróleo de esquistos se encuentra entre 50 y 85 dólares; resulta obvio que con los precios actuales, no hay utilidades; al contrario, se tendrían pérdidas netas. ¿Se trata de otra burbuja especulativa creada en Wall Street para disminuir los precios internacionales del crudo y modificar el tablero de la geopolítica planetaria? (O)

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