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El Telégrafo
Eric Nepomuceno

Peligros y escándalos

21 de enero de 2019 - 00:00

Los primeros días fueron de puro espanto, a raíz de declaraciones bizarras de ministros y ministras. Los brasileños fueron informados de que tener un arma en la casa es tan peligroso como tener una licuadora. Al fin y al cabo, acorde al ministro de la Casa Civil, Onix Lorenzoni, son idénticas las posibilidades de que un niño se hiera con una licuadora a que dispare un arma contra un hermanito. Un detalle: hay datos concretos indicando que el año pasado al menos 58 mil muertes ocurrieron en Brasil a raíz del uso de arma de fuego. No hay, en los registros de los últimos veinte años, ni un solo caso de muerte provocado por una licuadora.

Pero la tercera semana de gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro fue marcado por dos iniciativas y un escándalo. O sea, entramos en el concreto terreno de la vida real. La primera fue la liberación de la compra y tenencia de armas de fuego, una promesa de la campaña electoral.

La segunda iniciativa concreta se dio en el ámbito externo. Luego de la visita del presidente argentino Mauricio Macri, el presidente brasileño puso su atención sobre Venezuela.

En una iniciativa sin antecedentes, el ministerio brasileño de Relaciones Exteriores emitió una durísima nota oficial calificando al gobierno de Nicolás Maduro como terrorista, narcotraficante, corrupto y lavador de dinero.

El texto mereció críticas contundentes de veteranos diplomáticos, y dejó en claro hasta qué punto el ministro Ernesto Araújo carece de noción del efecto de sus palabras y actos. El patético ministro brasileño se reunió a lo largo de no menos de once horas con dirigentes de la oposición venezolana, y los llevó a una audiencia no prevista con Bolsonaro, para luego decir que Brasil hará de todo para devolver Venezuela a la democracia.

Nunca jamás hubo una declaración tan agresiva, tan plagada de insultos y tan vacía de contenido concreto en la historia brasileña.

Quedó claro, clarísimo, que los tiempos en que Brasil, gracias a su peso geopolítico, era un interlocutor y mediador eficaz, quedaron en la memoria. No creo que la alianza entre un Bolsonaro neófito y un Macri en plena decadencia contra Venezuela hubiese previsto semejante gesto de grosería. (O)

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