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El Telégrafo
Carlos Silva Koppel

El “paquetazo” y los animales

07 de octubre de 2019 - 00:00

El resumen del “paquetazo” instalado por el Gobierno ecuatoriano es: se abre el mercado, se reduce Estado obeso y correístas recalcitrantes llorando.

El primero de estos puntos se entiende claramente. El subsiguiente -sin desacreditar la explotación de muchos servidores públicos que se instaló desde el correísmo, basado en la hiperactividad con que el expresidente trabajaba, con la cual toda la red nacional subordinada de trabajadores estatales tuvo que ajustarse-, es dejar de ver atractivo, como una zona francamente cómoda el trabajar para el Estado. Es sensato decir “te renovamos el contrato con el 20% menos del sueldo anterior”, porque no se apunta al despido y sí a desinflar ese anhelo que teníamos de trabajar para papá Estado.

¿Correístas enfermizos llorando? Claro que sí, ya que no se cumplió con lo que ellos anunciaban que irían a ser las medidas económicas. Pero el plan lo tenían hecho, cualquiera que fueren las medidas: desestabilización y alarmismo… como cualquier oportunista, de derecha o izquierda. Como socialcristianos en desacuerdo como catapulta para ofrecer “la salvación” en campañas posteriores.

No es brillante lo que le digo. Usted lector sabe bien reconocer a un populista desde lejos. Y los no lectores en cambio son los que esperan el regreso o peor, la aparición del nuevo amo.

Los subsidios nos acostumbraron a una posición cómoda y hoy nos pesa, más cuando el petróleo se vendió a precio de huevo por el mesías anterior. La economía no es mi especialidad, pero me queda claro que vivimos apegados a la viveza criolla, donde el Estado subsidia lo que el “sabido” usa para vender ilícitamente a países vecinos.

Aparecieron el odio disfrazado de ideología, los tontos útiles usados por los ideólogos, los expertos en economía, los mafiosos dispuestos a huelguear y los animales a quienes decimos “delincuentes” para hacer de las suyas en las calles.

Hace falta solo un paso en falso para que se dé la verdadera revolución salvaje de usurpar la propiedad privada. (O) 

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