Se van clarificando las posiciones político-electorales. La derecha tiene un denominador común: volver a lo de antes, al país sometido al FMI, a los atracos bancarios, al endeudamiento especulativo, a la entrega del petróleo, a los gigantescos déficits fiscal-presupuestarios y políticas impuesteras y de derroche, a los bajos niveles de producción y productividad; todo lo cual produjo resultados sociales perversos, mayor concentración de la riqueza y el ingreso, pobreza y desempleo, emigración de millones.
A lo que se suma un marco de extrema dependencia y pérdida de soberanía nacional, crisis periódicas e inestabilidad política (siete gobiernos en una década).
Los unifica su desesperación porque el pueblo ya no les cree y ha adherido a la Revolución Ciudadana, derrotándolos en 10 procesos eleccionarios consecutivos. Les angustia la decisión de millones de continuar con el proceso, defender y profundizar las reformas logradas y los derechos conquistados; de profundizar las políticas sociales redistributivas y emprender en procesos que modifiquen las viejas estructuras de propiedad en el ámbito agrario y urbano, en el marco de fortalecimiento de la economía popular y solidaria y acelerar la construcción del Estado democrático y la organización del pueblo.
Los divide la ambición y las disputas por espacios de poder y reparto de la ‘troncha’; aceleran las prácticas del tradicional ‘toma y daca’; por ello van fraguando modelos de ‘unidad’ en los que se aprecian con claridad estas prácticas y los mejores estilos de entrega, oportunismo, ‘perdón y olvido’, así como vergonzantes posturas y desfiles de traidores y exizquierdistas, que buscan a los residuos de la extrema derecha para pedir su cupo; o dirigentes indígenas que ruegan al candidato de la banca que acepte a su lideresa como binomio, o a los de SP que los buscan, a pesar de ser quienes consumaron el golpe de Estado en su contra, aprovechando el rechazo popular, para que los acepten en el plan contrarrevolucionario.
Desde la ‘izquierda’ ingenua, atestada de desleales, que ha estado al servicio de la derecha, se manejan con un coordinador o árbitro de otra tienda política que, sin el más mínimo rubor, declara que podría ser candidato de otro partido; es el caso del general que espera la propuesta de la nueva ID.
Y ya proclaman, muy sueltos de huesos, sin vergüenza alguna, que quieren desmantelar la Constitución democrática -la más avanzada de la historia republicana- y liquidar todo lo que en esta década de soberanía, dignidad y construcción se ha logrado. Lo que no podrán hacer jamás es desbaratar la gigantesca infraestructura hidroeléctrica, energética en general, vial, educativa, de salud, recreación y ambiental que se ha construido.
Tampoco podrán derrotar la fuerza del pueblo organizado que, en forma abrumadora, decidido está a defender sus conquistas y avanzar con los cambios para lo cual aspira a que los candidatos de AP -que deberán ser democráticamente designados, con los ajustes programáticos que la adversa coyuntura exige- logren en un marco de unidad avanzar con nuevos cambios que la nación requiere para su progreso, en proyección de avanzar hacia una sociedad justa y solidaria. (O)
