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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

#PanamaPapers no son WikiLeaks (y eso no está bien)

08 de abril de 2016 - 00:00

El canal r/Conspiracy de Reddit alberga a más de 340 mil ‘librepensadores’ en un foro donde se elucubra sobre toda la posible e imaginable gama de teorías de la conspiración, desde políticos estadounidenses haciendo sacrificios humanos hasta algo sobre alienígenas y Snowden. Ahora el turno fue de los ‘Panama Papers’. Entre las entradas más populares, se sugiere que las filtraciones son la antesala de un ataque terrorista montado por la élite global para distraer a la opinión pública. Ese es el tono general, bastante pesimista en un mundo frágil, siempre al borde de la destrucción.

Para los que no somos ‘librepensadores’, los ‘Panama Papers’ no dejan de generar algo de sospecha. Digamos, un cinismo natural ante todo aquello que provenga de una ONG; de una ONG cuya sede está en Washington DC; de una ONG financiada por la Fundación Ford y el Fondo de la Familia Rockefeller, y la Fundación Open Society (de George Soros, uno de los treinta hombres más ricos del mundo). Pero con esto no quiero decir que aquellos embarrados por las filtraciones sean inocentes (o culpables) de cualquier delito que se les adscriba.

Ante las acusaciones, el presidente Putin ha condenado esto como un ataque orquestado en contra suyo. No le creo. El Primer Ministro de Islandia también ha querido lavarse las manos. Tampoco le creo. Así como tampoco creo las excusas de Macri ni las de Xi Jinping. Es el mismo escepticismo ante las vueltas que le han querido dar los ecuatorianos implicados por los ‘Panama Papers’. Pero esta desconfianza es parte de esa dosis saludable de sospecha que uno debe tener ante cualquier político que maneja o quiere manejar fondos públicos. El problema es que tampoco confío plenamente en la transparencia y los fines últimos del Consorcio Internacional de Periodismo Investigativo (ICIJ por sus siglas en inglés).

Esto va más allá de mi dogmatismo ideológico en contra de las ONG y las fundaciones. Es el manejo de la información. Es hacer el rol de guardianes discrecionales de la información, en un mundo y en un tiempo donde el estándar lo ha puesto WikiLeaks. E ICIJ ha dejado en claro que no son WikiLeaks. “Estamos tratando de demostrar que el periodismo puede ser hecho de manera responsable”, agregó Gerard Ryle, director de ICIJ. Pero su manejo de la información ha sido todo, menos transparente. La elección de los medios con los que se ha compartido la información es arbitraria y sesgada. En el caso ecuatoriano, solo El Comercio tuvo acceso a la información. Y el manejo de esta información ha sido desde los antojos de El Comercio. Buenos o malos, pero parcializados. Más allá de eso, no se le ha dado acceso a los ciudadanos. Han secuestrado la información a cambio de un elitismo periodístico y una responsabilidad superior que parece recaer sobre ellos. Como corolario, ICIJ ha decidido no hacer públicas las filtraciones. Vaya transparencia.

Y luego está la otra historia. La manera en que se ha enmarcado este escándalo, que no termina de estallar, donde hay una serie de individuos, la mayoría lejos de la ortodoxia occidental y liberal, que han obrado de manera cuestionable, cuando no abiertamente ilegal. Pero nunca es un cuestionamiento más profundo sobre el sistema que permita que esto suceda. Un sistema sin ética, basado en la especulación y la evasión, donde los que han logrado acumular recursos manejan al mundo como un tablero de Monopolio. Que las filtraciones hayan mostrado pocas conexiones con políticos/celebridades/ciudadanos estadounidenses es una prueba de esto.

En la meca del capitalismo amoral y salvaje, no hay necesidad de esconder los fondos en otro lugar. Estados Unidos tiene sus propios mecanismos para esconderlos, puertas adentro. (O)

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