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El Telégrafo

Nuevo modelo geológico-minero

14 de agosto de 2011 - 00:00

En la planificación del sector minero hasta ahora, no se ha considerado a las aguas termales y minerales. Teodoro Wolf, en su obra capital “Geografía y Geología del Ecuador 1892”, señala: “El Ecuador es muy rico en aguas termales y minerales, de toda clase, especialmente en las regiones andina e interandina; pero el uso que se hace de ellas es casi nulo. Es conocido cuántos progresos ha hecho en el mundo civilizado la Hidrología Medicinal, también podemos determinar cuán preciosos remedios poseemos en ciertas aguas minerales para el tratamiento de varias enfermedades. El Ecuador posee tales aguas en abundancia, pero sus médicos no las conocen, dejan su aplicación a la gente pobre e ignorante, y las tratan con el mismo desprecio como a los remedios naturales del país”.

Han pasado 119 años desde que Teodoro Wolf escribió sobre la bondad y propiedades de las aguas termales y minerales del país. Lamentablemente hasta ahora, salvo casos aislados, no se ha hecho nada por estudiarlas. Existe un total desconocimiento de ellas, incluso de parte de instituciones que deberían investigarlas como son las facultades de Química y Medicina de las universidades, del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social, de los ministerios de Salud, Turismo y del Ambiente.

A diferencia de los medicamentos, las aguas termales y  minerales han gozado siempre de un uso libre; además, no necesitan de prescripción médica o receta para ser aprovechadas. A través del tiempo ha sido la sabiduría del hombre, la tradición y las culturas ancestrales las que han llevado al hombre a hacer uso del prodigio de este recurso invalorable. Sin embargo, una de las tareas prioritarias es formar médicos y tecnólogos, para que realicen el manejo racional y científico de este recurso.

En la actualidad, sobre todo en Europa, las investigaciones realizadas en las ramas de la Hidrología Medicinal vuelven a insistir en el uso de las aguas termales y minerales contra las llamadas -enfermedades de la civilización-, relacionadas a la polución del agua, de la atmósfera, o a causas ocasionadas por el ruido, el estrés y el ritmo general de la vida moderna. Según el criterio de algunos médicos y naturalistas, “para las enfermedades agudas se deben emplear los medicamentos; para las crónicas y rebeldes solo las aguas termales y minerales”.

Por su composición química y mineralógica, las 167 fuentes de aguas termales y minerales documentadas en el Ecuador se clasifican en: cloruradas 9, acídulo-alcalinas 19, bicarbonatadas alcalinas y mixtas 40, ferruginosas y arsenicales 15, sulfuradas 5, sulfatadas alcalinas y mixtas 7, radioactivas 2, raras 2, no estudiadas 68.

En el Ecuador solo la intervención del Estado, consciente de la importancia de este recurso, permitirá hacer uso racional y técnico de las aguas termales, minerales y naturales de manantial en bien de la salud, del termalismo social y del turismo ecológico comunitario.

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