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El Telégrafo

¿Nos acordaremos de Libia?

02 de septiembre de 2011 - 00:00

Una de las ventajas de la telemodernidad es esa facilidad con la que nos involucramos (y con la facilidad que nos desentendemos) del mundo. Al igual que con Egipto, todos nos hemos vuelto medio expertos en revoluciones digitales y nos hemos enamorado de la “primavera árabe”, comentamos asiduamente acerca de la intervención de la ONU y la OTAN, damos nuestras tres perlas acerca de Gadafi, los rebeldes, Sarkozy y ramadán karim. Al igual que con Egipto, ¿olvidaremos el tema calmada la polvareda?

Lastimosamente, la misma telemodernidad nos ha conducido a quedarnos en lo coyunturalmente estremecedor y “twitiable”. Aquello que se mueve tan rápido como las noticias, el interés y el déficit de atención que hemos adquirido. Pretendemos que la ONU y la OTAN se manifiesten como organizaciones autónomas, cuando su misma esencia es la de velar por los intereses de quienes la componen (y, más que nada, que la dirigen). Nos ponemos la camiseta del rebelde y ¿sabemos qué quieren los rebeldes? ¿Entenderán los rebeldes de democracia? ¿Buscarán consolidar un gobierno democrático? ¿Cuál es la línea ideológica de los rebeldes?

Y estos son los procesos lentos y burocráticos de los cuales no se forjan noticias. La consolidación de un nuevo Estado (después de 40 años de quien sea debes reconstruir al Estado) es un largo caminar. ¿Pensarán los rebeldes al unísono? ¿Sabrán manejar la pluralidad? Viendo su habilidad en las armas, me quedan mis dudas. Pero de los victoriosos es el botín, y se lo tienen merecido. Los rebeldes y la ONU, y la OTAN, y todos aquellos que pusieron su granito de arena para que este sueño se haga realidad.

Espero que los rebeldes sepan manejar la injerencia de un organismo internacional o, por lo menos, las presiones de aquellos que los ayudaron “por la democracia”. Será difícil mantener a todos contentos, pero parece que las reservas de petróleo son profundas. Y vendrán los juicios a Gadafi y las ganas de ahorcarlo, literalmente, de los rebeldes. Y no nos olvidemos de las muchas cuentas congeladas en Europa y EE.UU.

¿Qué harán con esos millones? Veamos cuántos los invierten en la reconstrucción. Veremos cuánto dura el régimen de transición y las reacciones que se generarán desde la Liga Árabe; la acogida que tendrá Libia en la comunidad internacional y su verdadera autonomía al momento de gobernarse.

Estos interines serán la consecuencia plena de la sangre derramada. Y estaremos muy ocupados en la nueva rebelión para acordarnos de Libia.

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