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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

“No puedo respirar”

02 de enero de 2015 - 00:00

“No puedo respirar”. Eric Garner lo repitió ocho veces mientras era ahorcado y contenido en el suelo por varios policías. La policía acusó a Garner de resistir el arresto mientras un video muestra cómo pide que lo dejen en paz después de ser acosado por la policía. “Cada vez que me ven, quieren molestarme. Ya estoy cansado de eso. Eso termina ahora. (…) Todos los que están parados aquí te dirán que no hice nada. No he vendido nada”, decía Garner mientras los policías lo increpaban por vender cigarrillos en la calle sin pagar impuestos. El tipo que sostiene la cámara le dice a los policías que Garner acababa de separar una pelea. En el suelo, ahorcado y desarmado, Garner murió asesinado.

En diciembre de este año, cinco meses después de que el oficial de policía Daniel Pantaleo matara a Eric Garner, un gran jurado de Staten Island, Nueva York, decidió absolver al policía. Esto como el corolario de un racismo sistémico enraizado en su aparato de justicia, en sus relaciones sociales, en su inequidad y en su comportamiento. Eric Garner también es Michael Brown, quien gritó “Manos arriba, no dispares” antes de ser derribado por seis balazos de un policía. Michael Brown también estaba desarmado. Eric Garner también es Trevor Martin, quien murió acosado a golpes por un ‘guardia ciudadano’ que pensó que se veía sospechoso por llevar puesta la capucha de su abrigo. Trevor Martin también iba desarmado.   

La respuesta oficial, respaldada socialmente, ha sido el absurdo encubriendo al racismo: simplemente no hagan cosas que parezcan sospechosas. Entonces en este país del ‘sueño americano’ no puedes ser negro y jugar en un parque con una pistola de juguete, o la policía te puede matar como a Tim Rice, de 12 años; no puedes ser negro y pedir ayuda después de un accidente de tránsito, o la policía te puede matar como a Jonathan Farrell; no puedes ser negro y disfrazarte y utilizar una espada de juguete, o sacar tu celular, o estar en el baño de tu abuela, o rezar con tu hija en público, o pedir auxilio médico para tu hermana, o quedarte tubo bajo, o intentar sacar tu billetera.

Ninguno de los policías que mataron a estas personas desarmadas fue condenado. El sistema respalda a los policías que disparan y no a la persona a quien disparan. Los procuradores que llevan estos casos del lado de las víctimas han sido acusados de ofrecer defensas débiles. El que fallidamente llevó el juicio de Eric Garner está considerando seriamente lanzarse a congresista, aupado por el ‘boom’ mediático del caso. Parece tener el respaldo del Partido Republicano.

Hace dos días Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, quien apoyó activamente las protestas en contra de la resolución del jurado en el caso de Garner, tuvo la triste tarea de hablar en la ceremonia de graduación del Departamento de Policía de Nueva York. Fue abucheado, en parte, por sentir temor de lo que le pueda pasar a su hijo, que es negro.

Esa es una democracia en constante contradicción. Una democracia que busca expandir democracia en el mundo mientras no encuentra la propia casa adentro. Una democracia que no puede respirar, que crea ciudadanos de segundo orden. Una historia cargada de sangre, pero también cargada de olvido. Un 2014 que vio a su pueblo levantarse, movilizarse, pero a la larga, apagarse. Un 2015 que no promete.

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