Para hacer carrera política en Ecuador no se necesita de la meritocracia ni la Academia. Ha quedado demostrado en todos estos años.
El ejemplo más reciente es el de la exsecretaria de Riesgos, Alexandra Ocles, que no posee ni título de tercer nivel -asimismo como muchos asambleístas que han pasado por las curules, mientras los torpes nos esforzamos para sacar apenas una maestría- y ocupaba un cargo con responsabilidades vitales para los ecuatorianos.
No es que un título nos haga o nos avale como personas; tampoco significa conocimiento o seguridad financiera. Pero el título universitario ha sido sinónimo de conseguir empleo (hoy más, porque incluso para ser recepcionista con sueldo limosnero solicitan uno de ingeniero comercial o CPA). El grado académico es un requisito burocrático en todo mercado y se nos exige, vende, demanda, desde que tenemos tres años de edad para “ser alguien en la vida”.
Sabemos que hacer política en nuestro país se lo lleva a cabo gritando en la calle, “militando”, pastoreando a las ovejas, suscribiendo a partidos y a camisetas que cambian según los intereses personales del que necesita el poder: autogol de arquero.
Buscamos reconocimiento, prestigio, ovación, renombre, fama. ¿Qué ecuatoriano no desea eso? Por supuesto, hay excepciones. Pero es una vergüenza mundial y un mal ejemplo para nuestros jóvenes que altos cargos no tengan títulos, los falsifiquen o compren. O hacer algo tan serpentino como pagar para que escriban tesis o papers: una práctica corrupta que existe en la Academia y que se traslada a las instituciones del Estado.
Pero es cierto que de nada sirve un título si su obtención fue mediocre o con triquiñuelas. ¿Saben?, me acuerdo de los que estudiaron medicina ¡8 años!, pero se dedicaron a “hacer política” (militancia vaga). Dos cosas: o pasaste las asignaturas de forma corrupta, lo cual no te habilita para médico y si decides ejercer la medicina, lo harás terrible. O si te dedicas a la política, ¿quién asegura que no serás corrupto? Caso Iván Espinel.
Es la corrupción bailando en calzones frente a nosotros. Baila, mono, baila. (O)
