Las niñas y niños de Quito no fueron considerados como lectores importantes en la FIL Quito 2019.
El Pabellón Infantil debe ser un espacio crucial en el cual los lectores más importantes sean los niños, pues en ellos se debe sembrar la pasión por la lectura.
La propuesta desarrollada significó un retroceso de 8 o 10 años de lo que ya se había logrado en promoción lectora en el país.
Armar un pabellón infantil es una apuesta que debe convocar a gestores experimentados en crear un área acogedora, en la que la imaginación y la fantasía sean las invitadas principales. Un lugar que suscite la capacidad de asombro de los niños. Debe considerar distintas alternativas para atraer a los niños a la lectura, entre ellas juegos y otras propuestas que convoquen su curiosidad y sensibilidad; su centro debe ser la lectura en voz alta realizada por cuentacuentos profesionales y por autores.
En la FIL Quito 2019, la propuesta se redujo a diferentes talleres, los que, por falta de contacto con la lectura y los libros, se convirtieron en una suerte de manualidades y no en actividades de promoción de la lectura, que les permitieran acceder a la literatura y a la expresión personal a través de la palabra escrita.
Esta vez, la experiencia de 15 años de Girándula no fue considerada por la FIL Quito 2019. Los niños se perdieron la oportunidad de disfrutar de sus juegos, divertidos y originales, claves en la mediación lectora: Laberinto de palabras, Ruleta de adivinanzas, Juego de refranes, Trabalenguas, Literatura de cordel. Y de la libre exploración de los libros, que permite la Giranduteca, biblioteca alternativa para niños, cuyo lema es: “Prohibido no tocar”.
El único espacio con una real propuesta de promoción lectora fue el stand de la Red Metropolitana de Bibliotecas del Municipio de Quito, con un fondo editorial novedoso y de calidad, y una agenda interactiva de lectura a cargo del grupo Yo Amo Leer y el equipo de la Red. (O)
