Mis recuerdos se mezclan con el aroma de los buñuelos con miel y la ilusión de la espera de un regalo que nos trajera el niño Jesús.
La tradición de las novenas también llegó a nuestra familia, ese ritual de la espera, los caramelos, el chocolate caliente y los villancicos se arroparon en nuestro corazón de niñas.
La Navidad tenía otro sabor: los abrazos eran más importantes que la gran fiesta; la austeridad sin aspavientos, era el idioma que todos comprendíamos, el encanto de la Nochebuena era inolvidable…
Las historias que contaba la abuela nos envolvían con voces que nos permitían visitar la nieve y treparnos en esos trineos imaginarios. Los duendes rojos y verdes nos invitaban a abrir baúles llenos de tesoros… Eran días de sosiego donde la alegría se alargaba sin exigencias ni presiones, donde las noches estrelladas anunciaban el nacimiento de un niño pequeñito que traía debajo del brazo un universo de amor, empatía y solidaridad, que hoy se ha roto en pedazos…
Nuestros juegos eran más sencillos, el invento y la creatividad eran nuestras herramientas más hermosas. Hoy el mundo es diferente, el dios mercado se ha vuelto el motor de los días, las pantallas se han robado las palabras, nos desconocemos en cada paso, las miradas se han esfumado en la niebla del tiempo. Hemos dejado de abrazarnos, ya no vemos los colores de la lluvia y la luna pasa desapercibida… Los niños de hoy son diferentes, porque enemigos extraños han destruido su capacidad de asombro y han reemplazado sus juegos por aparatos fríos que les vuelven solitarios…
Sin embargo, su necesidad de amor, de cuentos, de juegos divertidos, sigue intacta y es ahí donde tenemos el mejor instrumento para generar puentes de ternura, los libros.
La lectura, ese viaje infinito de fantasía, de lugares desconocidos, de aventuras interminables; las voces de personajes que cuentan sus secretos y sus enigmas, son parte de este hermoso viaje.
Los libros son el mejor regalo para que los niños recuperen la alegría e imaginen un mundo más humano, justo y libre. Que esta Navidad traiga el olor de buñuelos con miel y que los niños encuentren en los libros la ventana para ver el mundo. (O)
