A pocos días de la Nochebuena, los ecuatorianos nos preparamos de distintas formas para pasar Navidad. Villancicos, reuniones, eventos, anuncios y la ya conocida campaña mediática; buscan inyectarnos de un optimismo rimbombante.
Pero quizás la realidad es otra, más oscura y menos tratada. En estas fechas, muchas familias se sentirán especialmente tristes, al no poder alcanzar los estándares idílicos que nos muestran los medios. Un ejemplo es el que se preparan a vivir las madres cabezas de hogar del país y sus familias, las cuales bordean casi el 30% del total de mujeres con hijos. Para muchas de ellas, que son padre y madre a la vez, este mes se vuelve complejo, puesto que trae a colación mucha comparación contra lo que el statu quo pretende imponer como norma. En lugar de ello, la sociedad debería verlas como lo que son: un ejemplo de tenacidad, esfuerzo y lucha para sacar sus hogares adelante.
Otra tónica es, por ejemplo, la que viven los y las jefes de hogar sin un empleo. El año 2019 nos ha dejado cifras muy alarmantes: solo el 3,8 de cada 10 personas tiene un empleo formal. En muchos casos, se podría mejorar la situación si apoyáramos al producto local. Solo en el sector textil, más de 12.000 personas perdieron su trabajo en el último año. Entre las razones de ello se encuentran los hábitos de consumo en el país, ya que el optar por lo local no es una opción, a pesar de que sabemos que esta elección ayuda a fomentar el empleo.
Quizás se pensaría que las fiestas del natalicio de Jesús son para los niños, pero en Ecuador esto no es acertado; se estima que al menos 1 de cada 10 menores de edad en el país trabaja, y generalmente lo hace en condiciones no adecuadas.
La Navidad ecuatoriana, entonces, dista mucho de lo que vemos en los medios; es momento de pensar en los menos afortunados y tratar de que, en los próximos años, cada vez más familias puedan tener la suerte de sentarse en una mesa y celebrar el verdadero amor al prójimo; sin duda, la confianza hacia nosotros mismos y el trabajo duro harán que cambiemos la realidad de nuestra gente. (O)
