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El Telégrafo
Mariana Velasco

Murmullo que lastima

28 de abril de 2021 - 00:00

Para muchos ecuatorianos el cambio real se siente esquivo, en particular al tener en cuenta el tipo de arreglos y componendas que se cocinan en la arena política. Una negociación no es un combate con ganador. Hay trato cuando existe el compromiso para escuchar sin involucrar a la emoción, religión o ideología y no sentirse ofendido sean cual fuesen los resultados; cuando están dispuestos a ceder y al final las partes involucradas sienten satisfacción con los resultados obtenidos.

Quisiera creer que la impresión de obcecación temeraria que producen los desencuentros entre los representantes de los partidos y movimientos políticos de nuestro país por captar la presidencia, vicepresidencias, comisiones y el Consejo de Administración de la Legislatura, ( CAL) es solo eso, una impresión.  Porque si no es así, entonces es que no están convencidos de la necesidad absoluta de un acuerdo para el re encuentro y cambio.

A estas alturas, escuchar declaraciones de un asambleísta cuya sangre ‘revolucionaria’ corre por sus venas y hoy huésped del partido político que gobernará los próximos cuatro años,  soltar el globo de ensayo y medir las reacciones provocadas en la búsqueda de otro milagro: hacer mayoría en una Asamblea de oposición con el peor enemigo que tiene en la función legislativa.

Para millones de los que sufragamos, no estamos dispuestos a pagar un precio y aceptar que se nos haya presentado como una de las posibilidades de gobernabilidad hasta llegar a los múltiples regateos como una negociación. Saber negociar es todo un arte y no hace falta ser hostil ni agresivo, pero tampoco aceptar todo, para ganarse la aprobación de los demás. ¿Será que empieza a diluirse la esperanza tras las elecciones?

Se sabe que todas las profecías tienen cierta voluntad de auto cumplimiento, y la  pronosticada campaña incendiaria en Ecuador  no fue la  excepción. Era de sentido común el prever que cierta clase política se jugaba las últimas cartas para tomar el poder y cual rompe cabezas armar y desarmar a su necesidad y conveniencia. No lo logró y no por ello, permanecerá quieta hasta lograr el indulto para su líder bajo el argumento de paz social y gobernabilidad.

No es de sorprender si el nuevo gobierno, apenas posesionado y como golpe de efecto, convoque a una consulta popular para plantear temas de fondo y forma: posiblemente retomar  la Constitución de 1998, optar por la bicameralidad, reducir el número de asambleístas y de paso cortar la lengua del solícito asambleísta.

Tras más de un año en que la pandemia se convirtió en un atronador campo de batalla político, la temperatura parecía haber bajado después del domingo 11 A, día en el cual las urnas fueron mudas testigos de la voluntad popular. Transcurrida la euforia del triunfo, el ecuatoriano demanda qué, las definiciones políticas, acuerdos y negociaciones sean transparentes, claras, sencillas y no entre gallos y media noche. Cuando el río suena…piedras trae, decían los abuelos. Hay un murmullo en el país que inquieta y lastima. El presidente electo, debe honrar su palabra por el bienestar de la democracia ecuatoriana. De claudicar, el pueblo jamás perdonará su accionar aunque sea por motivaciones justificadas.


Para nadie es desconocido que nuestra sociedad quedó partida en dos después de la década del ’mashi’ que no acaba de superar esa polarización  de la cual , los  principales responsables son sus líderes políticos. El nuevo mandatario debe intentar restañar heridas y al mismo tiempo reducir la brecha ideológica entre ecuatorianos. Tendrá que hacerlo en condiciones económicas adversas y bajo el vendaval del covid-19.

Le espera una oposición férrea, que ya ha prometido intensificar la protesta social en las calles. El ex número 1 condenado por cohecho, nunca se ha dado por vencido ni ha renunciado a liderar desde la distancia el movimiento político que fundó. La tensión generada no debe convertirse en un pretexto para que el nuevo gobierno liderado por Guillermo Lasso, ahonde más aún la ya grave división del país.

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