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El Telégrafo
Mónica Mancero Acosta

Miseria de la política

18 de noviembre de 2017 - 00:00

En este titular parafraseo parcialmente a Karl Marx -celebramos 200 años de su nacimiento-, quien polemizó con el pensador socialista francés P.J. Proudhon cuando escribiera Filosofía de la miseria; en ese entonces el cáustico e implacable Marx respondió, como era habitual en él, poniendo "de pie lo que se encontraba de cabeza", con una crítica en su texto Miseria de la filosofía.

Hoy, constatamos la miseria de la política, pues más allá del desencanto que ocurrió hace tiempo en muchos ecuatorianos, presenciamos una auténtica debacle de lo que fue considerado por sus apologetas como la ‘década ganada’. Por donde se aplaste sale pus, y no nos solazamos con ello, más bien nos avergüenza que no hayan sido capaces de llevar con coherencia un proyecto político que despertó tantas esperanzas en los ecuatorianos. No se trata de desencantamiento, que eso ya pasó, se trata de indignación.

La Revolución Ciudadana, durante el correísmo, ofreció atención prioritaria a niños y niñas, pues se sabía que si se invertía en desarrollo infantil, esa inversión iba a ser revertida con creces. Sin embargo, ¿qué tenemos hoy? Niños violados en sus propios centros de estudios, pero con la aberrante complicidad del Estado, que tapó semejantes miserias. Pero de forma cínica y vergonzosa, hoy se exculpa de su responsabilidad política a quien gestionó de forma autoritaria la educación en el país.

El correísmo dijo inspirarse en el Sumak Kawsay y la defensa de la naturaleza, en realidad nos dejó más extractivismo. El correísmo ofreció poner el ser humano sobre el capital, pero precisamente, de acuerdo a los datos que tenemos, fueron los grandes capitales los mayores beneficiados de la bonanza económica del petróleo. Se nos dijo que la Revolución Ciudadana tendría rostro de mujer, pero no solo que gestionaron los temas de género con una moral conservadora, sino que en la práctica se ha registrado un retroceso de los derechos sexuales y reproductivos. Se nos anunció una revolución ética, y hoy presenciamos la miseria de una corrupción sistemática en las más altas esferas, encabezadas por el propio Vicepresidente.

Todo esto no es pasado, está ahí, todos los días nos sorprenden mientras se despliegan argucias para tapar a los corruptos, maquillar los datos, falsear los hechos, envolverse de un supuesto halo de civismo y de dignidad moral, precisamente los sospechosos de la mayor red de corrupción en estas últimas décadas. Miseria del correísmo sí, porque por sobre los verdaderos intereses de la sociedad se alzan los intereses mezquinos de los que ya no tienen nada que perder, y están dispuestos a boicotear cualquier acción del actual régimen para transparentar la corrupción o para enfrentar la crisis económica.

Miseria la de estos ‘revolucionarios’ que han desprestigiado a la izquierda dejando la mesa servida, no precisamente al proyecto del presidente Moreno -quien afirma su pretensión de retornar al programa originario de Montecristi- sino a la derecha, con la cual coinciden ahora en la Asamblea, no sabemos si por su miseria o por su cercanía ideológica, que fue clara en la última fase de ejercicio del poder del correísmo. (O)

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