Al momento de escribir esta columna Yaku Pérez superaba a Guillermo Lasso en la disputa por entrar a la segunda vuelta para elegir presidente. Mientras Yaku se encontraba vigilante de los votos que los exit polls le escamotearon al cierre de las votaciones, Lasso invocaba a los ecuatorianos, a través de una rueda de prensa, esperar con calma los resultados finales para decirse derrotado o no. Un término que incluso evitó pronunciarlo ante una pregunta sobre la responsabilidad de una pésima votación, al compararse con la del 2017. Independiente de quién termine participando en el balotaje presidencial, los resultados del domingo manifiestan dos mensajes: no caímos en la trampa del miedo y se pide cerrar ciclos políticos.
La trampa del miedo se constituyó desde el vamos. Guillermo Lasso necesitó del correísmo como la religión del pecado. Su estrategia siempre fue presentarse como la puerta más segura para escapar del infierno, de la mafia correísta. De no haber alcanzado casilla los de la década robada, a lo mejor Lasso terminaba por representar el lugar al cual nadie quiere ir. En el baile de máscaras Jaime Nebot hizo su parte a través de José Cabrera en el CNE: metió al pecado y cerró puertas a otro "redentor". Pero la trampa del miedo no les resultó. Las dos terceras partes de los ecuatorianos votamos con optimismo y apostando a quienes se alejen de todo lo que creemos malo para el país. Para el caso Nebot y Rafael Correa. Ósea lo mismo.
Y aquí salta el otro mensaje. Guillermo Lasso cometió un gran error político como se lo he señalado en anteriores columnas: aliarse con Nebot. Los resultados lo confirman. Salvo haya pensado hacer a cualquier otro -incluso al mismo Arauz- lo que le hizo Correa y su actual aliado en las elecciones de 2017. Solo así podría entenderse pero nunca justificarse su alianza. Si Lasso pasa al balotaje debe pedirle a Nebot se retire, con la promesa de visitarlo en el panteón electoral. Lugar donde los votantes piden esté junto a Abdala Bucaram. Ah pero si pasa Yaku: caída y limpia. Sería decirle a Correa en un solo grito, ¡quédate en la casa de Bélgica!
