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El Telégrafo
Maximiliano Pedranzini. Ensayista argentino

Meditaciones hobbesianas sobre Venezuela (2)

28 de mayo de 2018 - 00:00

Ahora, ¿dónde reside la muerte? Reside en el otro que es el prójimo y que es al que más le temo. Contra él tengo que protegerme. Contra mí mismo. Y por ello acudo al moderno Leviatán. El único apto de garantizar la civilización (civitas) entre los hombres cuyo espíritu es el orden que es capaz de crear; su permanencia y su no extinción. Coste que es la esencia misma de ese contrato que firman con el Leviatán para que este gestione de ahora en más sus derechos como ciudadanos de la polis moderna.

Este es el momento de quiebre en el que se constituye el poder absoluto del Estado. El Leviatán está (hic-stans) para que no nos aniquilemos los unos a los otros. Frena y regula esa oscura y sangrienta pasión por la violencia y la muerte. Ahí también reside nuestra libertad, a la cual el Leviatán le pone un cerco. Un límite racional para que los deseos que vienen con ella no conduzcan a los individuos al siempre contradictorio umbral de los instintos que hace de cada hombre una bestia lista para acechar.

Una libertad pactada que se amolda a los límites que impone el Estado. A las cláusulas dispuestas en el contrato social. Por necesidad. Por sujeción. El sujeto sacrifica esta y otras leyes de la naturaleza para aceptar de lleno las leyes de la sociedad racional que dicta el Leviatán y contemplar de este modo la reducción de sus posibilidades. De su propio encogimiento. De la inutilidad de sus alas.

En consecuencia, el sujeto al renunciar a parte de sus derechos en pos del beneficio colectivo, da media sanción al pacto que inaugura el Estado moderno para evitar la “guerra de todos contra todos” (bellum omnium contra omnes) por el poder que, según Hobbes, es la fuente de todos los males, y, al mismo tiempo, la partera de este monstruo hecho de barro, sangre y autoridad. Así es como el Leviatán edifica la cultura del orden y la seguridad. Y el miedo es el principal vector de esta histórica urdimbre disciplinaria. (O)

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