Las autoridades del frente económico del Gobierno dieron a conocer una nueva propuesta de reforma tributaria y medidas de ajuste a tarifas eléctricas residenciales que apuntan al desmonte progresivo de subsidios en las franjas de mayor consumo; medidas que a su vez coinciden con la aprobación por de la Ley Antitabaco en la Asamblea.
El anuncio de estas medidas, para algunos de corte fiscalista y para el Gobierno de corte ambientalista y pro salud, ha generado rechazo y polémica en varios sectores. Sin perjuicio de coincidir en que las propuestas tributarias no son de carácter fiscalista porque el recaudo estimado es de bajo impacto en la caja fiscal y que la intención busca un cambio de hábitos ecoamigables, no puedo dejar de realizar observaciones a esta propuesta porque veo contradicción e incoherencia entre la intención del Gobierno y los efectos no calculados que esta pudo haber causado, ya que en menos de 48 horas dio un paso adelante y tuvo que rectificar.
El impuesto a las botellas plásticas es en la práctica un depósito redimible al ser entregado el envase en centros de acopio; es plausible, pues apunta a generar responsabilidad en el manejo de materiales que afectan el ecosistema. Así mismo, la Ley Antitabaco es una buena iniciativa para desincentivar su consumo e imponer barreras los menores.
Llama la atención que otras medidas no fueron analizadas en función de impactos variables, como el incremento de las tarifas eléctricas por encima del consumo de 500 kw, sin diferenciar hábitos de consumo entre Sierra y Costa. El Ministro de Electricidad mostró otra vez su desconocimiento de la Costa, que gracias a su reacción, obligó a rectificar al Gobierno ampliando la base para la misma y determinando que, por encima de 700 kw, se ajustarán las tarifas progresivamente solo por la etapa invernal.
La disminución de la contaminación vehicular no se dará por gravar automóviles más caros que por su tecnología contaminan menos; si lo que se busca es que autos de mayor cilindraje gasten menos combustible, el debate debe ser sobre medidas que logren el impacto real que se quiere. ¿No sería mejor incentivar el cambio de vehículos contaminantes por no contaminantes, o estimular el sistema de transporte público ecoeficiente?
Aunque nos estamos acostumbrando a debatir temas estructurales y trascendentales para la vida, como el medio ambiente, es necesaria la participación de todos los sectores para evitar que las medidas sean determinadas solo por autoridades y técnicos de escritorio que desconocen las diversidades del país.
