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El Telégrafo

Mea culpa

28 de marzo de 2012 - 00:00

La semana pasada publiqué, en este mismo espacio, una columna bajo el título “Cynthia, ¿la alcaldesa?”. De ella, de la columna, he recibido muy gratos comentarios, pero unos cuantos muy críticos, duros, frontales y hasta una amenaza vía correo electrónico. Así son las opiniones y así también son ahora las reacciones. Lo cual habla de la absoluta libertad de expresión que tenemos para opinar.

Por lo general las notas de felicitación tienen una carga muy política en contra del personaje señalado en el artículo. Otras han sido para generar debate sobre el rol de las mujeres en la política y también hasta dónde ellas han constribuido a mejorar la calidad de la política. Y de esos comentarios rescato muchos de hombres que sienten que algunas mujeres reproducen las taras de los hombres cuando machistamente asumen la confrontación democrática.

La amenaza vía correo electrónico (que no es la primera sobre algunos artículos que han sido frontales con algunos personajes de la derecha y que sospecho es la misma persona la que los hace) utiliza adjetivos y una palabra soez, además de exigir mi paso al más allá, defiende a Cynthia desde el peor modo: muy irracional, muy visceral, injuriando.

Y hubo algunos comentarios que criticaron duramente la siguiente frase que incluí en la columna en mención: “Más bien luce como un macho de pelo rubio, largo, recogido, de pantalones estrechos”. De hecho, las críticas resaltan lo que critico: el machismo. Dicen que ahí se revela un marcado machismo para calificar a una mujer y que la imagen tiene una carga despectiva machista, aunque la intención parecería, dicen, tuvo otros fines.

Y es cierto: la frase no es la más acertada, tampoco pone en discusión un asunto de fondo del pensamiento de Cynthia y se concentra en una imagen de su presencia. Reconozco como un error eso. Y hago mea culpa, de todo corazón.

No importa cómo se presente, vista o luzca. A la hora de hacer política (por encima de los consejos de asesores de marketing político y otras de esas profesiones que ahora proliferan para vender candidatos) lo que cuenta es lo que propone, piensa y debate el actor político. Y por eso, quizá, todavía faltan elementos y datos para conocer qué piensa Cynthia sobre Guayaquil, cómo asumiría, en caso de candidatizarse, los problemas de fondo de la ciudad y qué ilusión movilizadora propone a los guayaquileños. Esperemos.

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