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El Telégrafo
Xavier Guerrero Pérez

¿Más de lo mismo?

20 de junio de 2021 - 22:59

Hechos: el Defensor del Pueblo encarcelado, y no precisamente por haber ejercido sus funciones de velar por el respeto y cumplimiento de los derechos de las ecuatorianas y los ecuatorianos; el Contralor General del Estado Subrogante también detenido, debido a una penosa situación en la que se encuentra involucrado y que se torna paradójica frente a su labor como funcionario estatal, misma que se trata de monitorizar que los recursos públicos sean usados de conformidad con la Carta Magna ecuatoriana en pro de los altos intereses de la patria. Ambos funcionarios han comportado actitudes deshonrosas, que laceran la institucionalidad en cuanto a su credibilidad y consolidación, y que despiertan inquietud, vergüenza ajena y reflexión.

Debo ser claro: con estas líneas no pretendo “hacer leña del árbol caído”, en cuanto a abonar para destruir la imagen de los dos ciudadanos anteriormente referidos. ¡No! Por el contrario, sí persigo valerme de lo que ha sucedido y que es de conocimiento público para destacar y reiterar una y otra vez: la persona no es el problema, sí su accionar; y para rechazar aquellos particulares comportamientos (incluidos los tenidos tanto por el Defensor del Pueblo Freddy Carrión, así como por el Contralor Subrogante Pablo Celi) que denigran a quien los comete, traen deshonra a sus familias, agrietan moralmente a la sociedad e implican retroceso colectivo.

Estas conductas socialmente no deseables, indiqué, son útiles para la reflexión, tanto de los gobernantes como de quienes conforman la burocracia (sea técnica o política). Para los gobernantes, lo ocurrido demuestra que ni el nombramiento parlamentario de autoridades vía ternas, o “a dedo”, ni la designación vía concurso de méritos y oposición personalizado llevo a cabo por el CPCCS Transitorio (ni hablar de “las flores” que se lanzaron desde el CPCCS pre Transitorio) han tenido éxito en cuanto a proporcionar al país talento humano que nos genere orgullo y solidez moral (de paso, Don Celi, no es jurista pero lideraba aquel espacio que es, incluso, de mayor trascendencia de la propia Función Ejecutiva. ¿Más de lo mismo? Sin duda. ¿Es posible cambiarlo? Sí, y está en despolitizar los procesos (pero aquello, que es viable, demanda su propia columna de opinión). Para la burocracia, los hechos son “un espejo”: señores, miren lo ocurrido; ya ni siquiera es garantía de mantener la pureza el percibir una buena remuneración ni el cargo ostentado. Dios nos hizo libres, y consecuentemente con capacidad de elección: si tomamos el camino equivocado, nos deparan unas “bellas” vacaciones “en el tarro”. Si “mañana” cualquiera de los dos ciudadanos quedara en libertad, por venia judicial, nadie les quita esos “días placenteros”, pese a que recuperen su libertad. Un bonito espejo, ¿Verdad?

Cierro aseverando que me llama la atención que ambos ciudadanos (y quienes han estado en circunstancias similares), al ser criticados, se justifiquen, al punto de no desear renunciar. A mi juicio, están trasladando el desgaste que están experimentando a las instituciones a las que fueron asignados. Eso no es propio de hombres de honor. A propósito, en la película Casino Royale, ‘M’ decía que si alguien en el pasado “cometía un acto vergonzoso, tenia la decencia de renunciar”. Los actos vergonzosos se han dado, ¿Y la decencia?

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