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El Telégrafo
Edwin Hidalgo

Maestros y monedas

23 de septiembre de 2021 - 00:50

Recuerdo a mi profesor de Economía, Irving Zapater, cuando nos decía que la moneda mala desplaza a la buena. El ejemplo claro era el de las monedas ecuatorianas de plata, que terminaron por desaparecer en manos de inversionistas y coleccionistas. Finalmente tuvimos monedas con alto contenido de hierro que servían para jugar con imanes y para comprar en sucres. Después vino la devaluación y hoy funcionamos con dólares. Las monedas estadounidenses son de níquel, excepto los centavos que son de cobre, mientras nuestras monedas siguen conteniendo hierro. Aparte de las clases de Irving Zapater y de Juan Espinosa Pólit, nunca fui bueno para la Economía, ni la ciencia ni la del hogar. En cambio, mi especialidad es la Educación. En un curso que seguí en la universidad estadounidense de Harvard, aprendí que lo mismo que pasa con la moneda ocurre con el maestro. Los maestros malos desplazan a los buenos.

Lo ideal sería que un buen maestro se quedara mucho tiempo en una unidad educativa. Pero los buenos profesores cambian de escuela con más frecuencia que los malos.  Retener a los buenos docentes debería ser el reto de la educación. Por lo general, un buen maestro halla conflictos con las autoridades de su plantel, porque exige más materiales y mejores condiciones de trabajo. Muchos directores optan por tratar mejor a quienes no protestan por nada. En Estados Unidos tampoco se trata bien a los profesores; eso es prerrogativa de los tigres asiáticos, más China y en especial Japón, país que reverencia al maestro. En Estados Unidos los colegios de sectores pobres pierden la cuarta parte de sus profesores cada año. Es un círculo vicioso. Los colegios más pobres tienen bajo rendimiento escolar debido a las condiciones sociales de los alumnos y, por tanto, necesitan mejores profesores. Pero estos se van por la mala conducta de los estudiantes que suele ser más grave en estos colegios. Por otro lado, el clima reinante puede ser asfixiante si los colegas docentes son conformistas. Y esto pasa con demasiada frecuencia. Los buenos se van.

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