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El Telégrafo

Madera de demonio

15 de febrero de 2012 - 00:00

El Concejo Municipal de Guayaquil ha aprobado la edificación de una estatua al ingeniero León Febres-Cordero en el malecón de la ciudad. En Quito, bastó la determinación de unas 15.000 personas para defenestrar al entonces presidente de la República el ex coronel Lucio Gutiérrez. Pienso que para impedir la colocación de dicha estatua se necesite mucho menos, porque las estatuas de los dictadores no permanecen de pie.

La Biblia nos cuenta el derrumbe de una deslumbrante estatua en Babilonia. Al mismo rey de ese entonces se le anunciaba en sueños la destrucción de su reino por la boca del profeta Daniel. “La cabeza de la estatua era de oro puro, el pecho y los brazos de plata, las caderas y el vientre de bronce, las piernas de hierro, los pies parte de hierro y parte de losa… De repente una piedra vino a tocar contra los pies de hierro y losa de la estatua, haciéndola pedazos”. ¿No será una profecía que se aplique al Partido Social Cristiano, falsamente brillante en tiempos del ex presidente León Febres-Cordero y hecho pedazos hoy, y que ilusoriamente se quiere  prolongar por la erección de una estatua a su mentor?

Leamos la relación que hizo la Comisión de la Verdad para darnos cuenta de las fechorías en tiempos de León Febres-Cordero, reconocido culpable por instancias latinoamericanas en la desaparición de los hermanos Restrepo.
Para el Ecuador, la presidencia de León Febres-Cordero representa la puesta en marcha de la dictadura económica de los banqueros que nos agobió en los últimos años del pasado siglo y que agobia en este momento a los países más débiles de Europa. Dictadura económica que desató las guerras de Irak, Afganistán y Libia, y que ahora quiere arrasar también con Irán.

Pero, ¿cuál es el significado de que la piedra se desprendió del monte y  redujo a polvo la estatua de losa, bronce, plata y oro? La Biblia nos da la respuesta: “Dios hará surgir un Reino que pulverizará y destruirá todos estos reinos”, representados por la estatua. Se entiende que este Reino, inaugurado por Jesús, es el del pueblo de los pobres que hoy, a través de las organizaciones cristianas y populares, los “Indignados” y cuantos más, construimos un mundo de fraternidad, justicia y belleza. María, la madre de Jesús, ya lo proclamó: “El Señor derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes”.

Anoche soñé que no se iba a colocar dicha estatua en ninguna parte de Guayaquil porque un carajo, en la placa conmemorativa, había cambiado el nombre de Cordero por Demonio.

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