Si uno cree en algunos medios, ha llegado el fin del mundo en Afganistán. Como pasó en Vietnam, en 1975, la retirada de Estados Unidos se anuncia como lo peor. Si usted visita hoy Vietnam verá que fue lo mejor. Pero no es nada nuevo la manipulación de la historia. En 1973 Afganistán dejó de ser una monarquía y estableció una república laica. En las elecciones de 1978 ganaron los socialistas, lo cual incomodó a Estados Unidos. Esto no es invento ni propaganda de izquierda, consta en Wikipedia como Operación Ciclón. Este es el nombre de la más costosa operación de la CIA que terminó por costar 40.000 millones de dólares. Con eso pudieron haber cambiado la educación en ese país. Lo cierto es que la única forma de combatir que halló la CIA en 1978 fue armar y dar dinero a los fundamentalistas islámicos. Cuando el gobierno democrático de Afganistán se vio atacado por una fuerza irregular con recursos ilimitados, decidieron pedir apoyo a la Unión Soviética.
En 1979, tras muchas discusiones internas en Moscú, el Ejército Rojo cruzó la frontera en apoyo del régimen de Kabul. Grave error, que fue secretamente aplaudido por Jimmy Carter, porque eso le daría a la URSS sentir lo que fue Vietnam para Estados Unidos. Vietnam fue una pesadilla de 20 años para Estados Unidos. Afganistán fue un dolor de cabeza para la Unión Soviética durante 10 años. Cuando los soviéticos se retiraron en 1989, la prensa occidental aplaudió el gesto y nadie se preocupó por las mujeres afganas que fueron humilladas, y algunas asesinadas, por los fundamentalistas. Entre estos terroristas se encontraban algunos líderes que no eran afganos, sino voluntarios árabes sauditas. Esos fueron quienes en los años 90 llamaron a su compatriota Osama bin Laden a dirigir a los fundamentalistas islámicos.
En 1989 la gran política pakistaní Benazir Bhutto advirtió al entonces presidente Bush (padre) que Estados Unidos había creado un Frankenstein fundamentalista. Bush no le hizo caso, pero en 12 años, el 11 de septiembre de 2001, la milicia fundamentalista islámica Made in USA golpeó brutalmente a sus creadores.
