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El Telégrafo
Max Hofmann

Terapia con malos pronósticos

16 de enero de 2019 - 00:00

En la noche de este domingo (13.1.2019), el presidente de Francia hizo pública la carta dirigida a sus conciudadanos que había anunciado hace tiempo. En la misiva, Emmanuel Macron hace 32 preguntas fundamentales. Ellas giran en torno a tópicos como los impuestos, el medio ambiente y el Estado mismo. Él explica allí cómo quiere reiniciar una conversación con los franceses en el curso de las próximas semanas.

En los dos meses venideros, toda Francia discutirá sobre cuestiones políticas elementales. El mandatario intentó algo similar en el otoño pasado, cuando emprendió una gira para conmemorar el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial. Su objetivo: recuperar el contacto con la ciudadanía.

Macron enfatizó en su carta abierta que él no tomará un nuevo rumbo radicalmente. El mandatario pide comprensión de cara a las políticas que ha propuesto y a las convicciones que él ha articulado a través de las mismas. Él intenta dejar claro que el Estado solo puede desembolsar lo que recibe. Él insiste en que no hay ruta hacia el futuro que no pase por el “cambio ecológico”. Él se niega a reinstaurar el impuesto a la riqueza que su Gobierno revocó hace poco. Del combustible que puso en marcha al movimiento de los “chalecos amarillos” sigue habiendo suficiente en el comunicado de Macron. El presidente parece pensar que su disposición al diálogo le restará fuerza a quienes protestan. Su estrategia sería mucho más prometedora si sus conflictos con los franceses se debieran a una serie de malentendidos. Pero ese no es el caso. Lo que él puede hacer es templar su estilo de mando, percibido como avasallador, y dar pequeños golpes de timón.

Macron está haciendo lo único que un jefe de Gobierno en su posición puede hacer. Él no traiciona sus convicciones, que son las que lo llevaron a la presidencia de Francia en primer lugar. Pero, al mismo tiempo, promete moderarse y se muestra abierto a oír propuestas viables en el marco del “gran debate” de los próximos meses.

Desde luego, también espera que sus reformas rindan sus primeros frutos y que los “chalecos amarillos” se queden sin aliento. La suya es una apuesta sujeta a muchas variables que podría ganar. En todo caso, Macron y el resto de los franceses tienen muchas horas de terapia por delante. (O) 

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