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El Telégrafo
Patricio Benalcázar Alarcón

Los Restrepo, memoria y resistencia

08 de enero de 2019 - 00:00

Los países del Cono Sur en la década de los 70 experimentaron el reflujo de movimientos de izquierda cuyo objetivo fue realizar reformas sociales. Para aplacar ese proceso se instalaron dictaduras militares que a través de la represión y violación sistemática de derechos humanos controlaron la alzada. Ecuador también vivió dictaduras, pero no tuvieron el grado de violencia que vivieron en el Sur; más bien se produjo el tránsito hacia la democracia al iniciar los 80. 

Así, luego de la extraña muerte del presidente Jaime Roldós, asumió el poder la Democracia Cristiana, movimiento que abrió el camino al Frente de Reconstrucción Nacional y a León Febres Cordero para que asuma la Presidencia en 1984. En aquellos tiempos regía la Doctrina de Seguridad Nacional, la cual consideraba que si en una sociedad había un enemigo interno, se lo debía neutralizar y eliminar, por ello, para combatir el “terrorismo” se creó el Servicio de Investigación Criminal y los escuadrones volantes, órganos utilizados para enfrentar, entre otros, al grupo Alfaro Vive Carajo.

Es en ese contexto que Santiago y Andrés Restrepo desaparecen el 8 de enero de 1988, por lo que su hermana Fernanda manifestó que estos hechos se produjeron bajo la premisa de que “en Ecuador ser colombiano se convirtió en sinónimo de guerrillero”. Posteriormente, la Comisión de la Verdad creada en el 2007 determinó un total de 456 víctimas de violación de derechos humanos entre 1984 y 2008, de las cuales el 68% fue responsabilidad del régimen de Febres-Cordero.

31 años después, la sociedad sabe que los hermanos Restrepo fueron desaparecidos por la Policía, las Cortes de Justicia lo confirmaron y el Estado lo reconoció ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, sin embargo, sus cuerpos y rostros aún ausentes se quedaron grabados en el tiempo como un símbolo de resistencia y memoria. Hoy, pese a que las sombras y el silencio han vuelto a la plaza y su palacio, don Pedro, Fernanda y su familia resisten, y junto a Borges repiten: “Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”. (O) 

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