En un “best seller” de moda, con millones de ejemplares vendidos, encontramos un diálogo en donde el personaje principal (rico y poderoso) se refiere al interés que tiene la industria de la opulenta sociedad de consumo sobre el hambre.
El tema erótico de la novela y los escenarios frívolos que describe son insólitos (por decir lo menos) para reflexionar sobre la tragedia que para la humanidad significa el hambre. La clave para entender esta paradoja se la puede encontrar en el gran negocio que para el mundo industrializado significa la producción biotecnológica como estrategia válida para contribuir a la solución de la falta de alimentos.
La FAO estima a nivel mundial en 870 millones el número de personas famélicas; no obstante, estudios recientes estiman que anualmente las pérdidas de los comestibles son aproximadamente un tercio de los alimentos producidos para el consumo humano, lo que representa alrededor de 1.300 millones de toneladas al año. Una estimación muy general de los costos directos que significan estas pérdidas ascienden a unos 30.000 millones de dólares al año.
Esta información indica que el hambre no necesariamente es carencia de alimentos sino también circunstancias políticas. La estrategia de los países industrialmente desarrollados no está en la distribución de los alimentos, está en la introducción de los adelantos de la biotecnología, especialmente en lo que corresponde a la recombinación genética con resultados en aumento altamente significativos de la productividad por unidad de superficie.
Estos avances científicos se iniciaron en empresas de tamaño medio vinculados a centros universitarios. La naturaleza de la investigación con resultados significativamente promisorios, pero que exigían contar con alto capital de riesgo y recursos tecnológicos, lo cual propició la fusión y acuerdos financieros de las poderosas empresas mundiales de producción farmacéutica y de alimentos que se evalúan en 17.000 millones de dólares.
El mercado de semillas que estas dominan como monopolio se estima en 23.000 millones de dólares donde los transgénicos significan 3.600 millones de dólares y el paquete tecnológico de agroquímicos asociados, 28.000 millones de dólares, estas cifras astronómicas serán las que tendrán que recuperarse de los recursos naturales de los países subdesarrollados. Este es el lado obscuro de la biotecnología, donde 10 empresas de agroquímicos copan el 91% del mercado mundial.
