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El Telégrafo

Los que se van

26 de septiembre de 2012 - 00:00

La historia de la humanidad es una historia de migraciones. Hace miles de años las migraciones permitieron construir la cultura material y provocaron los primeros descubrimientos. En el mundo contemporáneo, la búsqueda de trabajo y la supervivencia en otros lugares se convirtieron de pronto en una amenaza. Lo que antes era libre circulación hoy es ilegalidad. La gente foránea es tratada como mercancía prohibida, como contrabando, como material que se distribuye confundido con las acciones delincuenciales a través de las fronteras.   

El libro “Perfil migratorio del Ecuador 2011”, de la Organización Mundial para las Migraciones, me ha traído muchas imágenes relacionadas con el movimiento de la población, con aquellos símbolos cuantitativos a los que estamos acostumbrados a manejar en esta época, para comprender y describir los fenómenos sociales que tienen lugar en nuestros países. 

La movilidad humana es el resultado de una creciente tendencia a la globalización, que acarrea problemas y retos en distintas ciudades y países de todo el mundo. El seguimiento de este proceso supone, sobre todo, la aplicación de instrumentos para la vigilancia de los derechos humanos de las personas inmigrantes, emigrantes, refugiadas y sus familias.

El libro nos remite a estadísticas y cifras que revelan lo sucedido en el país en esta última década. Los números son fríos, pero lo que detrás de ellos se esconde son realidades humanas irrefutables. Se señala en forma textual: “luego del boom migratorio de finales del siglo pasado en que se calcula que salieron del país entre un millón cuatrocientos mil y un millón seiscientos mil personas entre 1999 y 2005…, los datos de 2010 muestran que si bien continúan emigrando importantes flujos de personas, al Norte, su ritmo se ha desacelerado considerablemente en los últimos diez años”.

El fortalecimiento de la economía nacional de los últimos cinco años ha permitido un crecimiento del PIB, que en 2011 fue de 7,8%. El descenso de los indicadores de desempleo y subempleo, al igual que los de desigualdad y pobreza, son otros datos que corroboran cambios importantes. 

La economía mundial, sustentada en un modelo en crisis, ha provocado como resultado el desplazamiento de la población de los países pobres en búsqueda de fuentes de trabajo. Sin embargo, la misma naturaleza de ese sistema en crisis hoy expulsa a los migrantes de las naciones pobres, cuyo esfuerzo laboral ha sustentado durante ya largo tiempo la economía de los países del Norte. Los países del Norte deben proporcionar una respuesta de movilidad humana acorde con la urgencia que impone el momento actual.

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