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El Telégrafo
Nancy Bravo de Ramsey

Los economistas que desean salvar al país volviendo al pasado

10 de noviembre de 2015 - 00:00

Me sorprende el modo de explicar la realidad de parte de los economistas neoliberales. Para ellos, las dificultades económicas del presente (por razones estrictamente externas) solo tienen arreglo aplicando las fórmulas del pasado: reducción de Estado, eliminar los subsidios, despedir funcionarios públicos y atender o privilegiar a la empresa privada con todas las facilidades tributarias.

No hay nada nuevo en su propuesta. En el debate con el presidente de la República, Rafael Correa, quedó demostrado, además, que buena parte de su explicación sirvió para entender por qué no deberíamos aplicar esas fórmulas. Con lujo de detalles hizo hincapié en dos elementos importantes: la inversión pública es un ahorro con rendimientos a largo plazo y las recetas neoliberales solo favorecen al capital y no al trabajo ni al ser humano. Y eso es importante recalcar, una y otra vez, para no dejarnos engañar por ese coro neoliberal que ahora, frente a las dificultades de no contar con moneda propia, se evidencia la fragilidad de una economía que depende en mucho del sector externo.

Por lo visto, los medios privados buscaron un solo titular: ‘Correa fue derrotado’. Y la prueba de lo contrario está en la opinión de la gente que -según encuestadoras ligadas a la oposición- más del 70% de la población reconoció como válido el debate porque se esclarecieron los puntos de vista. Es más, algunos cambiaron su criterio cuando observaron cómo se desmontaban las mentiras de que hay excesivo gasto público, que se ha derrochado la plata y que la inversión extranjera no necesariamente implica que el dinero se queda en el país.

Incluso, el debate permitió conocer con claridad que hasta el ministro de Economía del gobierno de Lucio Gutiérrez no dudaría en firmar otra carta de intención con el FMI donde se reducían los salarios y hasta se impedía dar préstamos a los afiliados a la seguridad social, sabiendo que esa la plata no es del FMI ni del Gobierno, sino de los afiliados.

Digan lo que digan los supuestos analistas, la reflexión desatada tras el debate, en los hogares y en los comentarios de la gente común con la que hablo y me relaciono, solo deja una conclusión: no es un momento fácil, pero hay entereza en el Gobierno para afrontarlo. No se afecta al pobre. Los empresarios que quieren eliminar todos los subsidios se han quedado quietos y hasta avergonzados cuando se les quitó el que recibían por el consumo de combustibles para sus fábricas.

Ya es hora de que tomemos conciencia de la real situación. No podemos subestimar, pero tampoco escandalizar. Los únicos beneficiarios de agravar las cosas serán esos políticos y candidatos que suponen tener la varita mágica. Pero ya sabemos por dónde irían sus políticas. Basta ver que en el panel del debate estuvieron quienes nutren de ideas y recetas a los movimientos de derecha y a un sector de la socialdemocracia.

Los economistas que supuestamente quieren salvar al país no deben decirnos cómo volver al pasado, sabemos perfectamente a dónde nos condujeron sus fórmulas y recetas. Si quieren el bien del país, deben valorar la inversión pública como ahorro real, la recuperación del Estado, la reducción de la pobreza, el acceso a la educación y a la salud como fuentes de bienestar real de todos los ciudadanos, y no de unos pocos. (O)

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