“Cuando se alcanza la plena ocupación, cualquier intento de aumentar la inversión pondrá en movimiento una mayor tendencia de los precios a subir sin limitación, independientemente de la propensión marginal a consumir, esto es, nos encontramos frente a un estado de inflación verdadera. En esta situación el crecimiento de los precios irá acompañado de un aumento del ingreso global real” (John Maynard Keynes, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, FCE, México, 1965, pp. 111, 112).
Esto escribía el economista británico John Maynard Keynes en 1936, buscando una solución a la peor crisis que haya registrado el mundo capitalista, y la clave reside en el pleno empleo, y la inflación tendrá un papel secundario dado el tipo de comportamiento económico que coloca en el centro al mercado interno. No es el caso de la Argentina contemporánea. Más bien, lo que tenemos es un escenario de recesión con alta inflación, devaluación, endeudamiento y aumento del desempleo y la pobreza.
Indicadores de una crisis de la que parece no haber una salida, por lo menos en el corto y mediano plazo, y que se ha venido agudizando en el último tiempo debido a las medidas del gobierno del presidente Mauricio Macri desde su asunción en 2015 y que no ha hecho otra cosa que profundizar todavía más el estancamiento, con la agravante inflacionaria que es la más alta de la región, superada únicamente por Venezuela.
Ergo, la letra que aparece dentro del abecedario económico de este gobierno para paliar la crisis actual es la “K” de keynesianismo. Pero también es la del kirchnerismo. La paradoja es mucho más grande, y la ironía aún más. Una letra que quisieron extirpar como si fuera un tumor maligno, y ahora recurren al principio que tanto habían denostado: la intervención del Estado sobre los precios, yendo en contra de su propio espíritu ideológico, que no es otro que el libre mercado. Una contradicción que hoy convive en la conciencia de toda la alianza Cambiemos que anunció en las vísperas de Semana Santa un “acuerdo de caballeros” con 16 empresas alimenticias denominado “Plan Otoño”.
No obstante, y pese a la actual crisis estanflacionaria, el FMI y la administración de Donald Trump se han planteado apoyar la reelección de la coalición gobernante para impedir un posible retorno del “populismo económico” encabezado por la expresidenta Cristina Fernández.
El terror a Cristina produce un “keynesianismo culposo”, tolerable hasta las elecciones de octubre, pero fundamentalmente para que la economía no estalle e interrumpa intempestivamente un ciclo que, para muchos argentinos, está terminado. (O)
