Latinoamérica se ha convertido en un escenario político dominado por discursos polarizantes, cuyos enfoques muchas veces están direccionados a confundir a los ciudadanos a través de la difusión de informaciones falsas que refuerzan diferencias y profundizan nuevos conflictos sociales. El desarrollo del internet y las nuevas tecnologías, ha permitido que ese nivel de manipulación crezca de manera exponencial. Las nuevas plataformas digitales se han convertido en el espacio propicio para la difusión de informaciones sin sustento, utilizando técnicas de edición y manipulación que confunden y generan percepciones equivocadas en la ciudadanía.
El uso de redes sociales se ha vuelto clave en una disputa informativa en la región y países como el Ecuador no son la excepción. Son cerca de 13,5 millones de ecuatorianos que están conectados e interactúan a través de internet. De esa cifra, unos 11 millones acceden a redes sociales desde sus dispositivos móviles, con un promedio de navegación que supera las cinco horas. Las redes se han convertido entonces, en una fuente de información cotidiana y participativa en la sociedad. Por otro lado, también hay estudios que señalan que un 86 % de los internautas en el Ecuador no está en la capacidad de diferenciar una información inventada de una real. Este panorama se podría complicar si no se da un manejo adecuado de la información que circula en estos ámbitos.
Días atrás, el Ecuador atravesó duros momentos motivados por el anuncio gubernamental de un paquete económico. En ese contexto surgieron rumores de toda índole, disparándose una cadena de desinformación que sirvió de herramienta para que grupos infiltrados profundizaran el caos. Durante las jornadas de protesta se activaron a través de plataformas digitales como Twitter y Facebook, informaciones que generaron gran conmoción ciudadana. El uso masivo del internet y dichas plataformas, estimuló la rápida “viralización” de noticias falsas.
Es paradójico que en una sociedad de la información, la ciudadanía no tenga la información necesaria, que le permita hacer un análisis adecuado sobre el entorno nacional. Es de vital importancia, que se impulse una educación digital que permita discernir lo que puede ser una noticia falsa, para así evitar que sea una epidemia informativa.
La desestabilización generada semanas atrás, demostró lo expuesto que está nuestro país en torno al manejo social que se da a determinadas plataformas. El reto está planteado. (O)
