Una de cada tres personas en el mundo tienen acceso a internet y parecería muy claro que, si queremos provocar algo en nuestro planeta, especialmente liberar la sociedad, solo necesitamos internet. Es cierto que la verdadera polarización está motivada por el comportamiento humano, sin embargo, los medios sociales dan forma a este comportamiento y magnifican su impacto. Por ejemplo, si usted quiere sostener algo que no está basado en hechos, simplemente peleamos por ello o lo ignoramos, lo cual es impulso humano muy natural; pero ahora, con la tecnología, solamente tenemos que dar un clic y ya está la pelea o el rechazo.
Es por eso que las redes sociales presentan actualmente varios retos. Primero, no sabemos cómo lidiar con rumores, que confirman los vicios de nuestra percepción humana del entorno y que la gente los cree y se diseminan en millones de personas con facilidad. En segundo lugar, nosotros creamos nuestras propias cámaras de eco; es decir, tendemos a comunicarnos únicamente con la gente que está de acuerdo con nosotros y muy fácilmente, gracias a las redes sociales, podemos acallar, dejar de seguir y bloquear a los que discrepan.
No hay duda de que las discusiones en línea rápidamente descienden a furiosas peleas. Y es que probablemente hemos olvidado que detrás de estas redes hay realmente gente y no solo “usuarios”. Y algo que es terrible, una vez que entramos a opinar en internet, es muy difícil cambiar de opinión. La rapidez y brevedad de los medios sociales nos hacen que saltemos a conclusiones y a escribir opiniones agudas, impertinentes y groseras en muy pocos caracteres sobre temas que son serios y complicados. Y una vez puestos en las redes, se quedan para siempre, de tal manera que estamos muy poco dispuestos a cambiar de idea, aun cuando aparece nueva evidencia en lo contrario.
Y para cerrar este razonamiento, puedo concluir que, lamentablemente, las experiencias en redes sociales están diseñadas para favorecer la transmisión del mensaje sobre la creación de compromisos reales; el tener el texto colocado rápidamente antes que establecer un debate; el mantener diálogos triviales sobre conversaciones profundas. ¡Qué pena que nos pasemos la vida moderna tratando de contactar a todo el mundo, antes que lograr conversar con cada uno! (O)
