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El Telégrafo

Las mujeres y el lenguaje machista

09 de marzo de 2012 - 00:00

Hace unas semanas, en un acto público escuché a una ponente decir: “saludo a las queridas miembras de la Asociación…”. Me sonó tan mal, horrible, aquello de “miembras” que casi no escuché el resto del discurso. Es la reivindicación de la mujer en el lenguaje, pensé. Y sí, se trataba de ello.  Está bien decir médica, abogada, presidenta, etc., pero ¿miembra? En verdad suena feo, pero, al decir de muchas, es correcto (aunque por favor no se les ocurra decir testiga, que es incorrecto). Por supuesto que, tradicionalmente, hemos utilizado un lenguaje machista y opresor. Pero, ¿decir “miembras” reivindica realmente la condición femenina y rechaza el machismo del lenguaje masculino?

Este es un tema que ahora, sobre todo en España, está vigente y en pleno debate. El artículo determina el género: el artista o la artista, por ejemplo. O la poeta y el poeta. No puede ser la poeta y el poeto. O la periodista y el periodisto. Suena además feo, y se trata también de generar belleza en el uso del lenguaje. 

Sin embargo, no solo es el lenguaje, es el todo para, en efecto, reivindicar y visibilizar a la mujer. Por esto es muy grave cuando los medios de comunicación, las agencias de publicidad, las estaciones de radio, los grupos de música utilizan un lenguaje en extremo machista y sexista. Basta ver nuestros programas de televisión (los llamados de producción nacional) para darnos cuenta del uso de ese lenguaje ofensivo y denigrante para la mujer: Vivos, La pareja feliz o Mi recinto, y ni se diga En carne propia, que no solo es denigrante sino grotesco.

Los fines de semana, en el programa Puro teatro, de GamaTV, todos los “chistes” son siempre a partir del doble sentido, utilizando al homosexual para el morbo y la risa.  Sin contar la pésima “actuación”, sobre todo de las  mujeres (siempre mostrando piernas y senos) que fungen de actrices. Y en el mismo canal, con total facilismo e inconsecuencia, se acude a la mujer (voluptuosa, en minifalda y con grandes escotes) para promocionar llamadas telefónicas y ganar premios. El Gobierno promueve el fin de los casinos y salas de juego y Gama promueve rifas y sorteos.

Es precisamente a través de estos medios y estos usos del lenguaje, oral y visual, que formamos a nuestros hijos y a las nuevas generaciones. Es imposible entonces pretender cambiar esas relaciones de poder, que se reflejan en el uso de ese lenguaje machista, si en el día a día estamos siempre fomentando las viejas relaciones hombre-mujer machistas y opresivas.

¿Qué nos queda? Nuevas generaciones de profesores y padres y madres con una opción cultural distinta, que formen hijos e hijas distintos. Y claro, ojalá una nueva ley de comunicación que norme y regule esos programas basura que tanto ofenden, no solo a las mujeres sino a toda la sociedad.

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