Los herejes, es decir, todas y todos aquellos que se atrevían a cuestionar los dogmas centrales de fe, establecidos por la religión católica en el Medioevo, eran sometidos a los más cruentos castigos y sufrimientos. Casi siempre una acusación de herejía podía terminar en la hoguera.
Varios siglos más tarde, en los años ochenta del siglo XX, el cuestionamiento a la corriente principal del pensamiento que reinaba en ese momento, es decir, el neoliberalismo, era considerado una apostasía comparable a la del Medioevo.
La oposición férrea al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y al libre comercio, que desde el inicio tuvo Hugo Chávez, fue una demostración de fuerza y decisión política que logró consolidarse, primero como idea y luego como propuesta de acción concreta, cuando en esos momentos sostener una tesis de tal naturaleza era considerado casi como una herejía. El ALCA representaba la expresión máxima de un esquema que parecía el triunfador de la contienda en el mundo capitalista. Los instrumentos clave para lograrlo eran los acuerdos de libre comercio, que eran exhibidos como joyas en vitrina en todo el continente.
La derecha sostiene que los líderes que han ido contracorriente son líderes sin proyecto o sin proceso. Por ello, vale situar los hechos concretos. La posición de Chávez fue similar a la de otros procesos presentes en América Latina, donde se incluye el nuestro: hostigamiento al neoliberalismo y búsqueda de nuestro sur; soberanía, defensa de lo público, inversión social. Son esos procesos firmes y proyectos bien definidos los que han dado lugar a las controversias de la derecha en Latinoamérica, que cuestiona los principios y los hechos concretos que están atentando contra sus intereses particulares.
A finales de los años ochenta, los gobiernos neoliberales perdieron su legitimidad y capacidad para gobernar, y el continente empezó a mostrar cambios en sus escenarios políticos. Las figuras de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera fueron movidas y reemplazadas en forma democrática por Hugo Chávez en Venezuela.
La protesta social, luego de las medidas fondomonetaristas que terminaron de manera violenta en el “caracazo” del año 1989, fue su detonante.
Chávez –a quien conocí y con quien tuve la oportunidad de conversar en algunas ocasiones- fue el inspirador contemporáneo de la Patria Grande, cuando opuso la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) frente al ALCA.
Adiós, Hugo. Nos duele tu partida, pero nos alegra haber aprendido de ti la valentía, para no atemorizarnos frente a los verdaderos poderes del planeta, para cuestionar los dogmas de fe del neoliberalismo, y para tener el coraje de construir verdaderos procesos sociales.
