El neoliberalismo no es solo un proyecto ideológico y político, sino un proyecto civilizatorio de alcance global. Hace más de cincuenta años, esto parecía inconcebible, pero décadas después hemos vivido en carne propia su capacidad de destruir el tejido social de cientos de pueblos y naciones.
Hoy el neoliberalismo remozado, hecho el lifting respectivo, retoma viejos principios de la desestructuración de las personalidades, de la identidad y del respeto propio, que trae como consecuencia el que alguien o algo tutele a esas poblaciones que se sienten desamparadas, confundidas. Y qué mejor que la TV basura para convertirse en el brazo difusor de la decadencia cultural. De la violación continua al respeto, a la dignidad a la persona.
Y eso encontramos en los reality show, viejo formato de los noventa, del auge neoliberal, para una nueva embestida contra los derechos humanos. Hay que preguntarse: ¿Será que nada ha aprendido la TV ecuatoriana? ¿Querrán culpar de su mal gusto, incapacidad de generar nuevos contenidos, formatos a la Ley de Comunicación? Será que su visión mercantilista -porque lo es- les impide contribuir al debate de lo nacional y sus identidades, y, por lo tanto, recurrir al escándalo vendiendo las vidas privadas para hacer de estas, ficción de opinión pública.
¿Qué dicen los medios públicos? ¿Será que permitiremos que la discusión política, lo que pasa en la “frontera”, la irresponsabilidad de las empresas periodísticas con sus empleados/periodistas quede en el olvido? ¿Será que el escándalo producido, distribuido y consumido se convierta en la nueva agenda mediática privada? ¿Acaso no es suficiente la decadencia cultural de las narconovelas, sus héroes, heroínas falsas? ¿Acaso no es suficiente un formato de producción de noticias, donde se cultiva y valora: la muerte, la desgracia, la violencia, la agresión, la xenofobia, la homofobia, el miedo permanente? Los medios privados parecen empeñados en demostrar que nada ha cambiado, que son los mismos, y que disfrutan una revancha con sus públicos. Y los medios públicos, ¿piensan que el lugar de la diferencia está en producir una avalancha de noticias? ¿Y la bendita cultura? ¿Acaso no hay que disputarla?
En fin, la TV basura disfruta, parece, revivir sus peores días con un pleno gozo. (O)
