Hay centenares de experiencias negativas sobre resoluciones y contrarresoluciones, de todo tipo, caóticas, direccionadas, antojadizas, sobre la docencia, concursos, trámites de jubilación, pagos, liquidaciones, contrataciones, que enredan más su funcionamiento global.
Se priorizan las compras, contratación de servicios, remodelaciones de edificios, construcciones y afines, antes que lo académico y la investigación; el rol de vinculación con la comunidad y de participación en el debate y tareas del desarrollo están archivadas o no se perciben.
Las autoridades encargadas, puestas ‘a dedo’ por el rector con el visto bueno de la Comisión Interventora (CI) y de quienes la supervisan en nombre del CES, están con la espada de Damocles; sin iniciativas, participando en los cuerpos colegiados en función de instrucciones, buenas o malas, de aquella, ya que, en caso contrario, son separados, sin que importen sus méritos académicos. El CU, a pesar del reclamo de sus honorables miembros, deviene en cuerpo colegiado amorfo, enjaulado, impropio de un centro de conocimientos y saberes.
Sus rentas están centralizadas y no ha habido capacidad de gestión; por ello se ha devuelto a la caja fiscal $ 30 millones, habiendo enormes necesidades que atender; y las facultades no pueden resolver problemas.
El colmo del caos, la intervención ilegal de algunas autoridades en las elecciones de la FEUE; prácticamente saboteando el proceso electoral, que al final se ‘judicializó’.
Han ingresado por decisión de la CI decenas de funcionarios con sueldos superiores de los de carrera, provocando un clima de malestar laboral.
La gran mayoría opina que el mal trabajo de la CI no ha resuelto los problemas de la U; no hay indicios de solución; y ha provocado desmoralización, congoja, escepticismo, que le está haciendo daño y al Gobierno, lo que puede aprovechar la oposición para radicalizar sus tareas desestabilizadoras.
Parecería que sus integrantes no se identifican o no sienten la Revolución Ciudadana, como ocurre en otros ámbitos con burócratas insensibles que jamás han levantado un banderín de AP y que sus conductas la desprestigian.
Sin embargo, se comenta que hay interés de que la CI, que cumple en este mes dos años de gestión, aspira a continuar. Se afirma que a nadie le agrada la idea y debe ser cambiada para que una nueva, en no más de seis meses, con cronogramas de trabajo, plazos y responsables claros, entreguen resultados positivos, priorizando la función académica y diseñando modelos administrativos y financieros, así como programando la infraestructura y tecnología que la apoyen y permitan su desarrollo.
No tiene sentido alguno para el CES y el Gobierno, menos para la Universidad y el país mantener la actual situación, que no permite superar los problemas.
Procede un diálogo con actores y personas calificadas, conocedoras de la institución para que salga adelante; se conoce del buen ánimo de dirigentes y cuerpo docente y alumnos para apoyar y colaborar, coordinada y conscientemente, en este nuevo momento, en beneficio de todos, y de la RC que prioriza la educación, tecnología, conocimiento e innovación de visión productiva y social.
Que se dialogue con diversos sectores y personalidades para sacar adelante a la UG, que tiene enormes potencialidades; es la más grande del país y no puede seguir a la deriva.
Que el estatuto con los correctivos del caso se lo apruebe, ya que fue elaborado en forma antidemocrática; se convoque a elecciones de autoridades en unos 6 meses para al fin recobrar la normalidad como la comunidad universitaria ansiosa espera, coincidiendo con el objetivo del Gobierno y los intereses del país.
El CES debe tomar medidas urgentes, fijar metas y plazos y trabajar al unísono con las nuevas autoridades, para lograr la anhelada excelencia académica. (O)
